«Cree en el Señor Jesús; así tú y tu familia serán salvos».
Si eres rechazado, acéptalo; si no eres amado, déjalos ir; si eligen a algo o alguien por encima de ti, avanza. No todos los que te aman se quedarán, no todos en los que confíes serán leales. Que no nos importe perder a personas que ya no quieren estar en nuestras vidas. He perdido a personas que significaban el mundo para mí, y véanme, aquí sigo estando bien.
No sigamos a la mayoría, busquemos hacerlo de la manera correcta… les aseguro que podemos sentir cuando alguien no está siendo sincero con nosotros; la energía, ojos y corazón nunca mienten. Digamos siempre lo que sentimos y nunca sintamos culpa por ser honestos, genuinos o auténticos. Tiempo al tiempo, espacio, no le roguemos nunca a nadie para que se quede. Dejemos que se equivoquen.
«Lo que es para ti siempre será tuyo, se siente mucho mejor cuando la gente no sabe dónde estamos ni lo que hacemos; trabajemos en silencio y que el éxito haga el ruido».
Probablemente no podremos controlar cada situación, ni el resultado, pero sí podemos controlar nuestra actitud ante cada escenario y cómo lidiamos con ello. El sol sale cada día, la luna cada noche, y por lo general toca alimentarnos tres veces al día.
Hagamos el bien y regresará a nosotros en maneras inesperadas. Seamos felices con lo que tenemos mientras trabajamos y luchamos por lo que queremos; algunas cosas deben terminar para que mejores cosas comiencen.
«Nunca te decepcionaré, nunca te abandonaré, nunca te haré llorar, nunca voy a mentir, traicionar, lastimar, nunca diré adiós, ya que nuestra cosa, lo de nosotros, es familia, nunca falla. Jesús me dijo que me riera si el enemigo me tienta en la carrera; no te mortifiques, si o yo les envío mis avispas para que los piquen».
Sobre todo, amor. El amor todo lo disculpa, todo cree, todo lo espera, todo lo soporta. Una familia sin amor no logrará superar los retos que traerá la vida. Los miembros de la familia deben estar dispuestos a pedir perdón y a perdonar, en creer en la bondad y el amor de los otros, y dejar pasar esas pequeñas manías o rarezas de los demás que a veces nos agobian.
«Más bien seamos bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, con empatía».
En cualquier etapa de la vida en la que te encuentres en este momento, agradece, sé humilde, agradece y disfruta al máximo las pequeñas cosas; atesora el amor de tu pareja, el de tu familia y amigos, para que cuando llegue el momento en que baje el telón podamos llevarnos la verdadera riqueza de este mundo.
La verdadera felicidad no proviene de las cosas materiales, sino del afecto que dan nuestros seres queridos, nuestra familia, en las buenas y no tan buenas.
¡Feliz Navidad y próspero año nuevo!