Después de que en el 2020 se suspendieran las actividades religiosas debido a la pandemia por la COVID-19, files católicos se congregaron este «Jueves Santo» en el espacio donde estuvo la iglesia San Esteban, en el barrio del mismo nombre, para recorrer la «Calle de la Amargura» como popularmente se le conoce a la 6ª calle Oriente- Poniente, hasta llegar a la iglesia El Calvario, de San Salvador.
Lo anterior fue para conmemorar la Semana Santa de manera presencial como acto de devoción a su fe, y algunos para realizar penitencias como parte del agradecimiento a Dios por haberles realizado, según ellos, un milagro.
«Vengo con una de mis hijas [en agradecimiento] por un milagro, me la ha sanado de cáncer. Me siento feliz y gracias a Dios cumpliéndole la promesa que le hice», manifestó Edwin Ramírez, quien llegó desde el barrio San Jacinto a la referida iglesia.
De igual manera, Patricia López visitó este templo capitalino y con lágrimas en sus ojos indicó a «Diario El Salvador», lo motivos por los que practica el fervor religioso durante este periodo.
«Quiero unión en mi familia, que este mundo cambie con tanta cosa que hay ahora, especialmente por mis hijas. Este es segundo año que lo hago. Le pido al Señor que nos cambie a todos, mis hijas, mis sobrinas, mis nietos, toda mi familia. Esto significa mucho para mí. Gracias a Dios que se ha podido ahora, porque uno necesita la iglesia, uno que es cristiano católico de corazón», reflexionó López, quien habita en el municipio de San Marcos, al sur de San Salvador.
Personal de la iglesia detalló a este medio el proceso que cada penitente realiza para manifestar su devoción a Dios, y este año, cumpliendo con cada uno de los protocolos de bioseguridad para prevenir contagios de la COVID-19.
«En primer lugar, viene el penitente, hace la reverencia [a la imagen de Cristo] y su petición, después nos corresponde a nosotros venderlo [los ojos] se le pregunta si quiere amarradas las manos, y se les da el ramito», explicó Elizabeth Anzora.
Cada elemento connota un simbolismo propio de la celebración con la que se rememora hechos que giraron en torno a las últimas acciones de Jesús de Nazareth previo a su encarcelamiento y posterior crucifixión.
«La espiga es porque ese día fue la institución del Santísimo Sacramento, y el algodón del Señor es el bálsamo con el que fue embalsamado el cuerpo del Señor por las piadosas mujeres antes de llevarlo al sepulcro. Eso significa el algodón. Ellos [penitentes] vienen, dan gracias y la van a dejar a la iglesia El Calvario», detalló Julia de Molina.
Ambas recalcaron que antes, durante y después de cada acto se cumplen todos los protocolos de bioseguridad [solicitud de usar mascarilla, aplicación de alcohol gel, entre otros] por parte del personal organizador hacia los fieles que se acercan para ejecutar sus penitencias.