Los pequeños drones han sido usados para tratar de matar al presidente venezolano o al primer ministro iraquí, para sobrevolar aeropuertos londinenses o incluso plataformas petrolíferas noruegas. Ante la creciente amenaza que suponen, las autoridades francesas buscan cómo protegerse de ellos.
En 2023, el país acogerá la Copa del Mundo de Rugby. Un año después, miles de personas estarán en las orillas del río Sena en París para la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos.
La posibilidad de que se usen estos pequeños artefactos por encima de una multitud genera temores entre las autoridades, que se preguntan cómo detectarlos y neutralizarlos sin causar daños.
También los militares consideran que el uso masivo de pequeños drones representa un nuevo peligro, como se demostró durante el conflicto entre Armenia y Azerbaiyán en la región de Nagorno-Karabaj en 2020 o en Ucrania, donde se usan drones comerciales para reconocer o apuntar objetivos.
Protegerse contra los drones de esta dimensión, cuyo número pasó en Francia de 400.000 a 2,5 millones en cinco años, es una «misión (casi) imposible», manifestó un grupo de diputados en un informe publicado el año pasado.
En señal de urgencia, el Ministerio de las Fuerzas Armadas debe recibir los seis primeros sistemas antidrones Parade a principios de año, nueve meses después de la adjudicación del contrato, por valor de 350 millones de euros (montante similar en dólares) en once años.
Adjudicado a los grupos Thales y CS, Parade está «optimizado para la detección y neutralización de micro y mini drones (de 100 gramos a 25 kilos), pero puede hacer más», explicó Thierry Bon, director de la lucha antidrones en Thales, durante una demostración en la antigua base aérea de Brétigny, en la región de París.
En una única interfaz gestionada por un operador se fusionan los datos de un radar montado en un trípode, los radiogoniómetros que rastrean al dron por las ondas que emite y las cámaras ópticas e infrarrojas.
El radar es capaz de detectar un dron a hasta 5 kilómetros de distancia.
Una vez que la cámara detecta y rastrea automáticamente el dron, el operador logra activa un inhibidor a dos kilómetros del objeto y lo obliga a aterrizar o a regresar a un punto predefinido.