Los opositores al golpe de Estado en Birmania desafiaron el domingo al régimen militar con huevos de Pascua con mensajes políticos, al tiempo que el Papa expresó su «cercanía» con los jóvenes y las aspiraciones democráticas del país.
Más de 550 civiles, entre ellos mujeres y niños, han muerto a manos de las fuerzas de seguridad desde el golpe de Estado del 1 de febrero que derrocó al gobierno civil de Aung San Suu Kyi, según la Asociación de Ayuda a los Presos Políticos (AAPP).
Pero el número de víctimas podría ser mucho mayor. Unas 2.700 personas han sido detenidas, y muchas de ellas, detenidas en secreto, sin acceso a sus familiares o a sus abogados, están desaparecidas.
A pesar de ello, la movilización prodemocrática continúa, con decenas de miles de trabajadores en huelga y sectores enteros de la economía paralizados.
Coincidiendo con el Domingo de Pascua, el movimiento de desobediencia civil encontró una nueva forma de protesta con la publicación en las redes sociales de fotos de huevos decorados con mensajes contra el régimen como «Salvemos a Birmania», «Queremos democracia» o «Quítate de en medio MAH», en referencia al líder de la junta militar Min Aung Hlain.
«La creatividad, la valentía y el coraje de nuestro pueblo son el futuro de Birmania», tuiteó el Dr. Sasa, enviado especial ante la ONU del gobierno civil depuesto.
En su tradicional mensaje de Pascua, el papa Francisco expresó su «cercanía» con los jóvenes birmanos que «están comprometidos con la democracia, haciendo oír su voz de forma pacífica».
«Jesús ha resucitado: Aleluya, Birmania resucitará», tuiteó por su parte Charles Bo, el primer cardenal de Birmania, un país mayoritariamente budista.
Otros cuatro civiles murieron a tiros el sábado y un hombre de 30 años fue asesinado por disparos el domingo en el extremo norte del estado birmano de Kachin.
La junta aseguró a los medios de estatales que las fuerzas de seguridad estaban «demostrando la máxima contención».
La petrolera Total se queda en Birmania
Ante el constante deterioro de la situación, oenegés internacionales y locales, así como algunos políticos en Francia, pidieron a la petrolera francesa Total, presente en Birmania desde 1992, que abandone el país.
Pero la compañía mantendrá su producción de gas que «suministra electricidad a una población muy numerosa en Rangún», la capital económica, dijo el domingo su director general, Patrick Pouyanné.
El grupo afirmó que tampoco quiere exponer a sus empleados locales al riesgo de «trabajo forzado» si abandona el país.
Total, pagó unos 230 millones de dólares a las autoridades birmanas en 2019 y 176 millones en 2020, en impuestos y «derechos de producción», según sus documentos financieros.
Bloquear esos pagos expondría «a los gestores de nuestra filial al riesgo de ser detenidos y encarcelados», afirma Pouyanné en un artículo publicado en el semanario francés Le Journal du Dimanche, y se compromete a financiar a las oenegés de derechos humanos de manera equivalente a lo que pague al Estado birmano.
La compañía eléctrica francesa EDF tiró la toalla a mediados de marzo y suspendió un proyecto de 1.500 millones de dólares para construir una presa hidroeléctrica.
Cortes de internet
Los generales birmanos hacen oídos sordos a las condenas occidentales.
El acceso a internet sigue cortado para una gran mayoría de la población desde que los militares ordenaron la suspensión de las conexiones de datos móviles e inalámbricas.
Los generales también están estrechando el cerco judicial sobre Aung San Suu Kyi, acusada entre otros de corrupción y de haber violado una ley sobre secretos de Estado de la época colonial.
Si es condenada, la exdirigente de 75 años, que está incomunicada, pero se encuentra «en buen estado de salud» según sus abogados, se arriesga a ser inhabilitada y a pasar muchos años en prisión.
Además, se emitieron órdenes de detención contra 40 celebridades birmanas, incluyendo cantantes, modelos y personas influyentes en las redes sociales, acusados de difundir información que podría provocar un motín en las fuerzas armadas.
Tres miembros de una familia que hablaron con una corresponsal de la CNN fueron detenidos.
«Instamos a las autoridades a proporcionar información sobre este asunto y a liberar de forma segura a los detenidos», dijo un portavoz de la cadena estadounidense.
El derramamiento de sangre contra los civiles ha enfurecido a muchas de las facciones étnicas rebeldes del país.
Diez de ellas dieron el sábado su apoyo a la movilización democrática y anunciaron que «revisarán» el alto el fuego firmado con los militares desde 2015, según el jefe de uno de esos grupos.
Otro grupo, la poderosa Unión KNU, condenó las incursiones aéreas del ejército en el sureste que, según dijo, han desplazado a más de 12.000 personas, e instó a las numerosas minorías étnicas del país (más de 130) a unirse contra la junta.
Otros rebeldes ya habían amenazado con retomar las armas.
La enviada de la ONU para Birmania, Christine Schraner Burgener, advirtió de un riesgo «sin precedentes» de «guerra civil».