Odisea Cinéfila
Nicolás Baires, PRODUCTOR AUDIOVISUAL
ARTÍCULOS SOBRE CINE – CUARTA ENTREGA
Halloween es un gran momento para ver una película de terror, pero ¿cuál es la ciencia detrás de por qué seguimos viendo incluso cuando nos asusta? Básicamente, buscamos emociones baratas cuando vemos películas de terror. Como las montañas rusas, las películas de terror nos permiten experimentar sensaciones intensificadas con relativa seguridad. Los experimentos de mapeo cerebral han revelado que las redes neuronales que controlan el miedo y la ansiedad se activan al ver películas de terror. La liberación de hormonas del estrés, como la dopamina, la adrenalina y el cortisol, en nuestro cuerpo es una experiencia que evidentemente muchos disfrutamos. Las películas de terror tienen como objetivo estimular esa reacción biológica de lucha o huida ante el peligro percibido, pero ¿cómo lo logran?
Lo que tememos
No es de extrañar que el género de terror esté lleno de criaturas empeñadas en devorar gente. Los humanos pueden ser la especie predominante en el planeta, pero no desde hace mucho en términos evolutivos. El miedo a ser comido o mordido por animales está efectivamente integrado en nuestra psique.
Por lo tanto, las películas de monstruos desencadenan esos instintos de supervivencia que hemos desarrollado como especie. Ese grito involuntario durante los momentos de miedo es básicamente una señal de advertencia para los demás sobre un peligro cercano. Del mismo modo, el miedo a la enfermedad o a la muerte es otro temor humano profundamente arraigado que hemos heredado de nuestros antepasados que no conocían los medicamentos. En particular, todos nuestros monstruos favoritos de películas, como hombres lobo, vampiros y zombis, muerden a sus víctimas. Nuestra experiencia humana colectiva nos lleva a sentir repulsión instintiva a este tipo de acciones en pantalla.
Lo que vemos
El derramamiento de sangre es un componente básico de las películas de terror y nuestra respuesta visceral a las escenas sangrientas está nuevamente vinculada a nuestra biología. Hemos evolucionado para reconocer la visión de la sangre como potencialmente mortal, por lo que nuestra respuesta natural es de alarma, incluso en un contexto ficticio. Sin embargo, lo que no vemos a veces puede ser igualmente aterrador. Los asesinos enmascarados son un elemento habitual en el cine de terror y nos dan miedo porque nuestras capacidades innatas de reconocimiento facial se ven obstaculizadas. Desde temprana edad, los seres humanos aprenden a leer los rostros para ayudar a desarrollar la comunicación y las relaciones sociales. Sin embargo, las películas de terror con máscaras (sin mencionar muñecos, títeres y payasos) resultan desconcertantes porque a nuestro cerebro no le gusta cuando hay una ausencia de expresiones faciales claras para ayudar a percibir las intenciones.
Lo que escuchamos
El sonido en las películas es mucho más inteligente que el simple uso de un agudo musical fuerte para acompañar el susto. Un estudio de 2010 demostró que el cerebro humano es naturalmente averso a los sonidos como los que hacen los animales angustiados y, por ende, la música que se aproxima a estos sonidos es particularmente inquietante para los espectadores. Los violines chirriantes de la escena de la ducha en «Psicosis» son el ejemplo clásico, y películas tan diversas como «Tiburón», «Suspiria» y «El resplandor» han utilizado partituras igualmente discordantes con un efecto que destroza los nervios. Pero lo que no podemos oír también puede ser eficaz. El sonido de muy baja frecuencia, en el límite de la audición humana, puede provocar náuseas y malestar en las personas debido a la presión de las ondas sonoras en el globo ocular y el oído interno. Esto explica cómo David Lynch, quien durante mucho tiempo ha experimentado con el sonido ambiental en sus películas, puede generar aprensión en los espectadores. El uso similar del sonido de baja frecuencia en las películas «Irreversible» y «Actividad paranormal» afectó tanto a algunas personas que no pudieron seguir viéndolas. Hipotéticamente, algunos investigadores incluso sugieren que existe una frecuencia llamada nota marrón, que hace que los oyentes relajen involuntariamente los intestinos.
Lo que creemos
Finalmente, el impacto de una película de terror dependerá de qué tan real se sienta para el espectador. Todos podemos recordar películas que nos asustaban cuando éramos niños, antes de poder distinguir entre ficción y realidad. Sin embargo, incluso como adultos, nuestras creencias individuales, experiencias personales y entorno inmediato influirán en nuestra inmersión en una película. Las mejores películas de terror crean empatía con personajes en situaciones identificables. Por ejemplo, el miedo a la oscuridad es una fobia común, por lo que muchas escenas de terror se desarrollan en la noche. De manera similar, la creencia generalizada en el más allá explica el atractivo perdurable de las historias de fantasmas, mientras que las películas de zombis se consideran ampliamente para reflejar las ansiedades de la sociedad sobre las enfermedades virales, la guerra, el racismo y la globalización desenfrenada. Cuanto más creamos lo que vemos, más nuestras reacciones instintivas e inconscientes anularán nuestra mente consciente y racional, intensificando esas deliciosas emociones que estamos buscando. Con suerte, cualquier película de terror que veamos este Halloween presionará firmemente nuestros botones psicológicos y emocionales.
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DePensamientos
ENCUENTRO CON TCHAIKOVSKY
Por Guillemo Funes
La cultura no es de las élites
que pretenden comprarla
en subastas, galerías
y cafés literarios, sino de
los que la viven, entienden
y la aman.
Caminando por el folklórico mercado llamado centro de San Salvador, por raro que parezca, me he encontrado con hallazgos culturales inesperados de toda índole; desde estatuillas y figuras de arcilla, retablos, libros antiguos, cuadros, etcétera, hasta un último hallazgo, esta vez musical. Siempre creí, como melómano, que en mi catálogo-colección de acetatos tenía las sinfonías completas del genial compositor ruso nacido en San Petersburgo Piotr Ilich Tchaikovsky, compositor del período nacionalista dentro de la historia de la música, y resulta que repasando los títulos de unos acetatos viejos, colocados en el metro suelo de la acera soleada, leo de pronto «Tchaikovsky, séptima sinfonía, primera grabación mundial», y emocionado reviso el acetato, pago la «cora» ($0.25) pensando en retornar pronto a casa para escucharla. Para los amantes de la música como yo, fue casi como encontrarme en el suelo una entrada al teatro nacional de la ópera de München, en cuya reconstrucción trabajé como practicante hace más de 60 años. Esta sinfonía comenzó a escribirla Pyotr Ilich el 20 de mayo de 1892 y fue estrenada el 7 de febrero de 1957 en Moscú, por la Orquesta Regional de Moscú. Este caso me recuerda el del compositor checo Antonin Dvorak, quien en vida publicó cinco sinfonías y dejó los manuscritos de otras cuatro, las cuales al ser descubiertas obligaron a cambiar el catálogo musical del compositor.
La sinfonía, muy bella, por cierto, consta de los cuatro clásicos movimientos: allegro brillante, andante, vivace assai y allegro majestuoso, con la Orquesta de Filadelfia dirigida por el genial Eugene Ormandy, a quien tuve el gusto de escuchar dirigir en el teatro nacional de Saarbrücken. Sé que mi descubrimiento puede ser tardío, pero en el nombre del arte lo celebro y comparto con ustedes.
DePoesía
LA CONQUISTA DE CUSCATLÁN
Por José Carlos Sibrián
Guerreros españoles ansiosos de riquezas
con armas avanzadas y caballos de guerra
rompieron en batallas a guerreros descalzos,
que con lanzas de palos y flechas apuradas
defendían sus dominios y también su libertad.
Después de fieras luchas con armas desiguales
y estrategias distintas en el campo de batalla,
los intrusos cantaron sin ninguna victoria
porque nuestros guerreros huyeron a los montes
y allí los invasores temieron perseguirlos.
Con batallas cantadas sin ninguna victoria
la conquista era un sueño, una mera ilusión.
La estrategia se cambia: quemar chozas y milpas
para apurar acuerdos o vencerlos por hambre;
algunos optan por salir y pactar la sumisión.
Quienes se confiaron esperando un buen acuerdo
las huestes invasoras los esclavizan pronto.
Se inicia el pillaje, se inicia el despojo
y se reparten tierras y los mismos vencidos
buscando enriquecerse con trabajo forzoso.
Parcial fue la conquista porque muchos huyeron,
y lejos de esclavistas gozaron su libertad
escondiéndose siempre y cultivando milpas.
El terruño era amplio y espesos los bosques
con suelos productivos y cultivos copiosos.
LAS MADRES
Por José Carlos Sibrián
Las madres son los ángeles visibles
que regalan ternura y bondad,
son también las ánforas más sensibles
que vierten tolerancia y piedad.
Nuestra especie estaría liquidada
si no existiese su inmenso amor.
Sin ellas la humanidad sería nada
en este mundo colmado de terror.
Las madres que un día nos dejaron
llorando de pena y de dolor
viven en el espacio que soñaron
compartiendo su intenso amor.