La planificación y el seguimiento de políticas públicas requiere una mirada integral, coordinada y de largo plazo que permita a los gobiernos mejorar la calidad de los bienes y servicios que ofrecen a la población. Las políticas de salud son un excelente ejemplo de articulación intergubernamental, ya que bien planificadas permiten obtener resultados cuantificables y generan impactos positivos en otras áreas. Una estrategia integral de salud debe incluir necesariamente la promoción de herramientas como la prevención y la atención primaria de las personas, así como el desarrollo de acciones específicas para fortalecer las habilidades y capacidades de las comunidades en torno a la transformación de sus condiciones sociales, ambientales y económicas.
La telemedicina es una modalidad de atención sanitaria que se caracteriza por brindarse a distancia y a través del uso de canales tecnológicos. Es un componente de la telesalud, cuyo ecosistema incluye variantes de las recetas digitales, historias clínicas electrónicas, consultorio virtual, portal del paciente y el uso de recursos como la inteligencia artificial, el big data y la realidad virtual. Los beneficios de la telemedicina son reconocidos a escala global, sobre todo por su aporte a factores como la reducción de desigualdades por accesibilidad y distancia geográfica, el seguimiento pormenorizado y constante de enfermedades crónicas, la disminución de la mortalidad hospitalaria y la mayor fluidez de la comunicación entre servicios y especialidades médicas. Si bien su aplicación y avance en los países de América Latina y el Caribe han sido dispares y heterogéneos, hasta el momento son muchos los indicadores que demuestran el impacto positivo de su uso en la población. Un estudio reciente sobre telemedicina internacional en América Latina explica que, de un universo de 1,500 profesionales médicos encuestados de 19 países de la región, el 49 % opina que el uso de la telemedicina está directamente relacionado con una mejora en su capacidad profesional y un 43 % asocia su aplicación a una reducción considerable de las desigualdades sociales en salud.
La telemedicina, así como las tecnologías digitales, son herramientas esenciales para alcanzar el hito de la cobertura sanitaria universal. No son un fin en sí mismas ni sería correcto pensarlas de manera opositiva al sistema de consulta médica presencial. Por el contrario, su impacto y eficacia sobre la salud de la población debe pensarse siempre de manera complementaria a los de la medicina tradicional. Las soluciones de salud digital deben tender a garantizar la atención primaria de los grupos poblacionales más vulnerables y con mayor dificultad geográfica para acercarse a centros sanitarios. Por esto es importante impulsar mecanismos regionales que permitan generar una red de telemedicina supranacional que a su vez incluya el establecimiento de regulaciones, promueva el consenso entre países y fortalezca una gobernanza sanitaria para todo América Latina y el Caribe. A escala nacional, las políticas públicas de telemedicina deben ser sólidas y sostenibles en el tiempo. Y se debe fortalecer el trabajo de las agencias gubernamentales encargadas de llevar adelante la transformación digital de la salud.
En ese marco, el establecimiento de alianzas innovadoras con organismos multilaterales se vuelve central para el desarrollo de medidas con impacto directo sobre la población. Ejemplo de esto es el caso de El Salvador, país que implementó un sistema de telemedicina integral para mejorar el acceso y la cobertura de atención sanitaria de más de 4 millones de personas provenientes de zonas rurales y de difícil acceso. Mediante un crédito de CAF —Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe— de $77 millones, el país pudo implementar una plataforma tecnológica, además de capacitar a más de 1,000 personas del sistema de salud nacional, para mejorar la calidad de vida de los salvadoreños.
El trabajo hacia adelante es enorme. Todavía existen enormes brechas, sobre todo en el ámbito de la infraestructura de datos, a las que se debe atender en el corto y mediano plazo. Pero los resultados obtenidos hasta el momento en el uso de herramientas de telesalud son igualmente promisorios. La tarea, coordinada entre organismos supranacionales, gobiernos y sector privado, ya ha demostrado su efectividad y debe seguir centrándose en generar redes amplias y confiables que permitan la prestación de servicios de salud integrales e inclusivos para todos los latinoamericanos y caribeños.