Las olas de calor registradas en Europa y la devastación en Florida, en EE. UU., con el paso del huracán Ian son algunos efectos que el mundo experimentó como consecuencia del cambio climático en 2022. De no tomar medidas para prevenir el calentamiento global, estos escenarios serán cada vez más frecuentes, de acuerdo con los pronósticos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
Altas temperaturas fueron registradas en Europa, Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay. Incendios forestales en España causaron la muerte de varios bomberos, Inglaterra declaró alerta por sequía después de décadas de no hacerlo y las lluvias récord en julio y agosto causaron inundaciones trágicas en Pakistán, donde al menos 1,700 personas murieron y 33 millones resultaron afectadas.
En septiembre pasado, el huracán Ian destruyó Florida y provocó la muerte de más de 100 personas y todavía existen zonas que se siguen recuperando. Un mes después, el huracán Julia generó estragos en Centroamérica, incluso sumó casi 30 víctimas mortales y grandes pérdidas agrícolas en Guatemala y Honduras.
Cada continente vivió de manera diferente los estragos del cambio climático, pero esto no cesará en 2023 si no se actúa de inmediato para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y para implementar políticas de adaptación, advirtió la OMM.
En un nuevo informe los especialistas señalaron que la temperatura global promedio en 2023 estaría entre 1.08 °C y 1.32 °C por encima del nivel preindustrial y muy cerca del objetivo del Acuerdo de París de 2015 de mantener un máximo de 1.5 °C para fin del siglo.
OTROS REGISTROS HISTÓRICOS
La organización explicó que el nivel del mar, el contenido de calor y la acidez del océano registran máximos históricos. La tasa de aumento del nivel del mar se duplicó desde 1993 y ascendió a casi 10 mm desde enero de 2020.
Solo los últimos dos años y medio representan el 10 % del aumento general desde que comenzaron las mediciones satelitales, hace casi 30 años. Asimismo, los glaciares de los Alpes presentaron un derretimiento sin precedentes.
La capa de hielo de Groenlandia perdió masa por vigésimo sexto año consecutivo y, por primera vez, llovió en lugar de nevar en la cumbre.