Han pasado más de seis meses y los esposos Renderos Pérez recuerdan como una pesadilla cada minuto vivido el 31 de mayo por la mañana, cuando tras una noche de intensas lluvias una correntada les arrebató a dos de sus cinco hijos, a la compañera de vida de uno de ellos y destrozó la vivienda que la pareja construyó con mucho esfuerzo durante 15 años. Óscar Antonio, de 28 años; José Remberto, de 16, ambos de apellido Renderos Pérez, y Marisel Rodríguez fueron tres de las 30 víctimas mortales que causó la tormenta Amanda.
Ellos fallecieron luego de que un deslave que bajó de la zona de El Boquerón soterró su vivienda, situada en el cantón Las Granadillas, del municipio de San Juan Opico. «Fue terrible esto. Es una pesadilla amarga que vivimos aquí y quizá nunca se nos va a olvidar», dijo Remberto Armando Renderos García con la voz entrecortada y con lágrimas.
Renderos rememora lo ocurrido el 31 de mayo, cuando en cuestión de minutos el deslave terminó con la vida de sus hijos, su nuera y destruyó su humilde vivienda.
María Luz Pérez de Renderos, esposa de Remberto, y sus hijos Heysi Elena, de 15 años, y Brando Alexis, de 11, sobrevivieron a la tragedia. También su otro hijo, Carlos, de 31 años, quien estaba hospitalizado por la COVID-19.
Los esposos aseguraron que desde ese día ya nada es igual, nuevas enfermedades han aparecido y la depresión los agobia. Heysi y Brando están traumados y no quieren volver al cantón, prefieren pasar durante semanas en la casa de una tía, en Lourdes, Colón.
La familia Renderos Pérez lo perdió todo, por lo que se fue a vivir a la casa comunal de Las Granadillas (*), mientras la alcaldía de San Juan Opico terminaba de construir una nueva vivienda a pocos metros de donde estaba el antiguo hogar.
Los afectados manifestaron que el terreno no era el más adecuado para edificar la casa, pero se decidieron por esa opción porque no tenían dinero para comprar otra propiedad. Detallaron que la alcaldía de Opico les exigió una opción de terreno o se quedarían sin el beneficio.
«El terreno no fue aprobado por Protección Civil, pero debíamos dar soluciones para no quedarnos sin la bendición de una casita», dijo María Luz. «Están haciendo esta casita y mis niños me dicen que no quieren vivir aquí; la niña me quedó enterrada y el niño quedó impactado. Cuando llovía, el niño de 11 años no dormía, temblaba, se trababa un bolsón y me decía que nos fuéramos para donde mi tía, que él no quería vivir aquí», lamentó.
«SOLO ESCUCHAMOS UN ESTRUENDO, COMO SI UNA BOMBA LE HABÍAN PUESTO A LA CASA»
Remberto y María Luz confesaron que después de la tragedia no visitan mucho el lugar que fue su casa durante 31 años, pues regresan todos los malos recuerdos y la tristeza los invade. «Aquí era el cuarto de Óscar Antonio y Marisel. Aquí dormía Rembertillo y a un lado, mi hija Heysi. En este lugar encontramos a Rembertillo con los pies afuera y la cabeza adentro del montón de los escombros», recordó el padre mientras recorría lo que hasta finales de mayo fue su vivienda.
Remberto relata que el día del desastre se despertó a las 4:30 de la mañana, tras un pequeño derrumbe en la parte trasera de la casa que lo obligó a dar una ronda con la linterna de su celular porque no había energía eléctrica.
El hombre contó que la quebrada no representaba ningún peligro en ese momento y solo se escuchaba con más fuerza de lo normal. Después de la ronda, él y su esposa se dispusieron a dormir nuevamente porque toda la noche habían pasado en vela por la tormenta.
«A eso de las 6 de la mañana escuchamos el estruendo, como si le habían puesto una bomba a la casa, porque se resquebrajó todo. Todo nos cayó encima. Dios tuvo misericordia de nosotros porque todos los escombros donde estábamos salieron para allá. Solo vimos que las láminas iban como dando vueltas y de repente no la vimos, todo quedó hecho un desastre y fue terrible. Esto es una pesadilla amarga que vivimos aquí y quizá nunca se nos va a olvidar», rememoró.
Remberto detalló que, al escuchar el estruendo, Brando gritó: «Papi, nos cae encima la casa». El hombre creyó que el bordo les caería encima. «Nos levantamos y aquí ya estaba alto de escombros y palos, toda cosa, ya el cuarto de mi hijo [Óscar y Marisel] no estaba, solo bajaba el agua. Los encontramos muertos como tres kilómetros abajo», narró.
De Rembertillo relató que lo encontraron con los pies al aire y con la cabeza en el lodo, tardaron 10 minutos en rescatarlo, pero fue tarde: murió asfixiado. Heysi logró correr y metió su cabeza en la gaveta de un ropero, los escombros solo le cayeron en las piernas.
«Ha sido muy duro este impacto que nosotros hemos sufrido, lo más duro en la vida y a nadie le deseo estos golpes. Como madre, nunca me aparté de mis hijos, todo el tiempo estuve con ellos. Fue duro enterrar a mis hijos en esa situación en la que los perdí de la noche a la mañana. Perdí todo», relató María Luz.
SEIS MESES VIVIERON EN LA CASA COMUNAL, AHORA TIENEN UNA CASA DONADA POR EL GOBIERNO
Los Renderos Pérez han tenido que lidiar con la pérdida de sus hijos y la falta de una vivienda durante más de seis meses, los cuales aseguraron que han sido muy complicados. Los esposos están muy agradecidos con todas las personas que les ayudaron con comida, electrodomésticos y otras cosas, sin embargo, también lamentaron que otras se hayan aprovechado de su situación para pedir ayuda en su nombre.
También dijeron que hubo personas que les exigieron un pago por vivir en la casa comunal. «Nos querían cobrar alquiler por estar en la casa comunal. Hablamos con la alcaldesa para que nos ayudara con esa situación, porque nosotros no tenemos dinero para pagar esa renta», detalló María Luz.
Las condiciones del que ha sido su hogar en estos meses no son óptimas y la casa que la alcaldía construye aún está en proceso. Sin embargo, la situación de la familia está por cambiar. Su hijo mayor les informó que fueron beneficiados con una de las 252 casas que el Gobierno dará a los afectados por las tormentas Amanda, Cristóbal y a los sobrevivientes del deslave de Nejapa.
Ahora las lágrimas no son de tristeza, sino de alegría, pues tendrán un lugar en mejores condiciones y que aliviará un poco su pérdida de aquel 31 de mayo.