La participación de la mujer en el proceso independentista, aunque sí estuvo presente, muy poco se ha expuesto. ¿La razón? Historiadores reconocen que se debe a que en aquella época su papel estaba más asociado a labores domésticas, de iglesia, venta o labranza y, por lo tanto, eran los hombres quienes gozaban de más privilegios para formarse en las letras y la política. Debido a estar marginadas, no se reconocen muchos nombres de mujeres que tuvieron una implicación directa con las gestas de independencia. No obstante, la historia salvadoreña conserva un breve registro de mujeres que actuaron en las revueltas.
«En Santa Ana se menciona a Dominga Fabia Juárez de Reina, también a Juana de Dios Arriaga y a Inés Anselma Asencio. Esta última era una jovencita, prácticamente no tenía mucha edad. Al parecer, andaba entre 20 y 25 años, y ella fue liberada porque su padre llegó a abogar por ella […]. En el caso de Sensuntepeque, [las hermanas] María de los Ángeles Feliciana sería una, y Manuela Miranda, otra. Ellas empuñaron armas e incluso atacaron el cuartel de milicias de Sensuntepeque. Luego fueron llevadas a juicio, y de castigo recibieron una condena de 100 azotes cada una, y estos se llevaron a cabo en la plaza pública frente a la multitud», expone Carlos Tejada, historiador del Ministerio de Cultura.
La valentía y el patriotismo de las hermanas Miranda contribuyó directamente a la insurrección de esa localidad el 5 de noviembre de 1811. María de los Ángeles Feliciana murió a causa de los latigazos que sufrió frente a la multitud reunida en la plaza central de San Vicente. Tenía aproximadamente 22 años y murió en el primer trimestre de 1812.
Por su martirio, desde 1976, mediante el Decreto Legislativo 101, María de los Ángeles Miranda fue declarada Heroína de la Patria. En 2003, en el decreto 227 de la Asamblea Legislativa, junto con su hermana, fue reconocida como prócer salvadoreña.
Manuela Miranda, además de los azotes, recibió el castigo de permanecer tiempo indefinido sirviendo en la casa del párroco de Sensuntepeque. En el mismo decreto se reconoce como próceres a Manuela Antonia Arce de Lara y a María Felipa Aranzamendi de Arce.
Otras mujeres que lucharon por la emancipación son Ana Andrade Cañas (esposa de Santiago José Celis) y María Teresa Escobar (cónyuge de Juan de Dios Mayorga).