De no contar con un permiso de trabajo con el Estatus de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés), el salvadoreño Pedro Edgardo Portillo, de 31 años, considera que nunca hubiera podido desempeñarse como mecánico desde hace 10 años en la compañía Toyota, en Estados Unidos.
Como exorganizador comunitario e inmigrante conoce qué es estar en el limbo cada vez que una extensión del TPS está a punto de culminar; por ello, que el Congreso aprobara la semana pasada el proyecto de H. R. 6, conocido como Ley de Promesa y Sueño Americano, que busca la residencia permanente para tepesianos y para los protegidos con la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, en inglés), representa un alivio laboral y familiar.
Portillo es consciente de que este es solo un escalón del largo recorrido de la iniciativa, la cual todavía tiene que ser analizada por el Senado, pero cada avance también le permite mantenerse firme y creer que logrará la regularización en el exterior. «El hecho de tener TPS me ha facilitado muchas cosas dentro de la compañía. Ellos [sus jefes] han sido comprensivos y valoran mi trabajo. Eso me ha ayudado a mantenerlo aun cuando los permisos se han vencido», aseguró el connacional.
Además, es el único salvadoreño con TPS y labora junto con un equipo de 25 mecánicos, entre guatemaltecos y estadounidenses. Con apenas 11 años, Portillo migró con su familia a Estados Unidos después del terremoto de 2001 en El Salvador.
Recuerda que le costó adaptarse y tuvo que aprender inglés para lograr sus metas. Estudió Relaciones Internacionales y se graduó con honores.
Aunque aprecia su cultura, no se imagina otra vida fuera del país norteamericano, más cuando ya es padre de cuatro menores de edad y tiene a toda su familia en el exterior. Su esposa, originaria de San Miguel, está amparada en el DACA, mientras que su madre, originaria de San Vicente, tiene TPS.
«No existe la posibilidad de regresar a El Salvador. Mi vida, mis hijos y todo lo tengo aquí», expresó.
«Después de tantos años de estar buscando una reforma migratoria, la aprobación de otro proyecto es ganancia, así que lo recibimos con mucha alegría», agregó.
Para el salvadoreño, la transformación de las políticas migratorias también está vinculada a los esfuerzos de los diferentes organismos latinoamericanos que continúan presionando al Ejecutivo para que la comunidad goce de mejores oportunidades en salud, educación y trabajo.
Varios beneficiarios con TPS iniciaron la semana pasada una huelga de hambre de 43 días en Washington D. C. para presionar al Congreso y al Gobierno que se restaure el programa.
«Los inmigrantes no somos una carga para el sistema, trabajamos mucho y a diario. Si nos separaran de nuestros hijos, quedarían desamparados, entonces sí se generaría una carga para el sistema», opinó Portillo.
Durante los cuatro años con la administración de Donald Trump no dejaron de sentirse en peligro; que el demócrata Joe Biden llegara a la presidencia abrió un camino esperanzador para los inmigrantes, detalló.