La curiosidad y preguntar el porqué de las conductas, los sucesos, mecanismos y otros fenómenos es una de las principales características del ser científico, convirtiéndose en cazadores de la verdad y montados sobre los hombros de gigantes pueden ver más allá de lo que por sí solos podrían ver. Este es un gremio que ha permitido a la humanidad enfrentarse y salir de distintas crisis catastróficas y mortales que han afectado a nuestra civilización moderna.
La curiosidad es natural en el humano y empieza desde que somos unos niños. En esta edad nos acercamos a las personas más sabias de nuestro entorno y desahogamos todas nuestras dudas buscando una explicación del porqué de las cosas, y seguimos así, preguntando, hasta que nuestra curiosidad está satisfecha, o simplemente la respuesta abre más interrogantes que, si la paciencia de nuestro locutor nos permite y su conocimiento alcanza, podríamos seguir preguntando.
Un segundo contacto directo lo tenemos en nuestra educación básica y media en las ferias o los proyectos de ciencias en distintas oportunidades de la escuela, en los cuales uno siempre quiere destacar con algo innovador y único. Es así como, a través de los libros, uno busca abordar más fenómenos que puedan ser explicados con pequeños experimentos económicos para el bolsillo de un joven de educación media perteneciente al sistema público. A esta edad, si se posee el suficiente aliento e inspiración en investigación, así como se dan todas las condiciones para seguir con los estudios universitarios, el joven puede decantarse a aspirar por pertenecer a este pequeño gremio.
El sistema del país busca en la academia la producción de perfiles profesionales capaces de dar solución a sus demandas. Este mismo esquema representa un desafío para perfiles profesionales superespecialistas, quienes han dedicado una buena porción de su tiempo y esfuerzo en temas tan específicos que aún en nuestra época existe un gran vacío de conocimiento en el área, pero que, aun así, no existe un nicho laboral competitivamente remunerado.
El nicho laboral para investigadores y científicos se da en mayor porcentaje en la academia superior, con la participación de un 85 % del total de investigadores científicos en este espacio, según datos que recoge el Conacyt en sus informes presentados en 2019. Ese mismo estudio destaca que el país cuenta apenas con un poco más de 1,000 salvadoreños dedicados a esta profesión, y en este mismo espacio la mujer tiene poca representación, con el 39 % del total.
Sin una apuesta clara por la ciencia en nuestro país, sin priorizar la labor de los científicos e investigadores como uno de sus pilares fundamentales para alcanzar el desarrollo, no se puede lograr un avance propio y sostenible debido a que siempre se dependerá del consumo de tecnologías extranjeras para desarrollarlo, siendo tecnologías diseñadas para otros contextos y entornos que rara vez tienen éxito en nuestro país. Bien es cierto que la ciencia no se desarrolla de forma acelerada ni produce cambios mágicos de un día para otro, por esos motivos es que se debe apostar e invertir desde la educación básica y media para promover y dinamizar la labor científica, permitiendo y reconociendo el papel fundamental de los científicos en la mejora de toma de decisiones y de desarrollo del país.