Era el filo de las 7 de la mañana cuando sonó una caracola que anunciaba el inicio del Shringar Arati, la segunda ceremonia más importante del día en el mandir (templo) vaishnava de Sri Sri Radha Parthasarathi, en la cual los devotos de Krishna y Radharani ofrecen sus respetuosas reverencias a las deidades principales del santuario en la ciudad de Delhi, India.
Movido por el ritmo del canto de mantras que iban desde lo solemne hasta culminar muchos de ellos en melodías que hacían danzar a los participantes, una centena de jóvenes vestidos con telas amarillas y abrigos ocres se abrían paso para postrarse a medida se abrían los telones de los tres altares principales del templo, develando a las divinidades a las que estaban dedicados.
Una sensación espiritual provocaba ver a las deidades ataviadas con finos trajes rojos y rosas que eran complementados con hermosas guirnaldas de flores y joyería.
Rodeadas de una armonía visual que seduce a la vista en medio de minuciosos y detallados atrios de color oro con el estilo característico de la arquitectura india, las deidades con expresiones sonrientes y miradas dulces apaciguaban la atmósfera y la volven especial acompañada de la melodía sánscrita de «Govinda», un texto antiguo del «Brahma samhita» que reza las cualidades de Krishna:
«Adoro a Govinda, el Señor primordial, que es experto en tocar su flauta, con ojos florecientes como pétalos de loto, con la cabeza adornada con plumas de pavo real, con una figura de belleza teñida con el tono de las nubes azules, y su belleza única, que encanta a millones de cupidos»
«Adoro a Govinda, el Señor primordial, cuya forma trascendental está llena de bienaventurado esplendor. Cada uno de los miembros de Su fi- gura trascendental posee en sí mismo las fun- ciones completas de todos los demás órganos, y eternamente ve, mantiene y manifiesta infini- tos universos espirituales y materiales»
Dentro de la cultura védica, Krishna, como es conocida la Suprema Personalidad de Dios, desciende cada milenio a los mundos materiales para proteger a sus devotos y compartir sus diferentes actividades trascendentales entre los hombres. Muchos de los principales templos e himnos en India están dedicados a estas encarnaciones, y otros, a la de los semidioses, que rigen la naturaleza material.
A medida que los cantos transcurren, los pujaris o sacerdotes ofrecen diversos artículos a las deidades durante el «arati», tales como incienso, lámparas de ghee, flores, agua y abanicos, los cuales representan los elementos de la naturaleza: la tierra, el fuego, el agua, el aire y el éter, ofrecidos al son del tintinar de campanas.
Al concluir la ofrenda, los artículos son compartidos entre los feligreses como prasadam o regalo misericordioso. El altar principal que se encuentra en el centro de este mandir está dedicado a Radha y Krishna, la pareja celestial. Asimismo, este es complementado por otros dos altares a sus costados, a su izquierda uno en honor a Sri Sri Gaura Nitai, una encarnación de Krishna que data de hace más de 500 años; y a su derecha se encuentra el altar de Sri Sri Rama Laxmana Hanumana, que representa a otra encarnación de hace más de 2 millones de años.
Una enorme lámpara en forma de flor de loto ilumina la estructura circular del templo. Su cúpula interna está rodeada de hermosos y vívidos óleos que representaban diferentes pasajes de las historias de Krishna y sus encarnaciones principales, volviendo la experiencia en una inmersiva espiritual.
Al concluir el Shringar Arati, los devotos recorren el templo tres veces a través de un pasillo que circunvala los tres altares principales y se abren paso a otra ceremonia dedicada a su maestro espiritual, A. C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada, mejor conocido como Srila Prabhupada, fundador de la Sociedad Internacional para la Conciencia de Krishna (ISKCON).
Al concluir las ceremonias, los asistentes escuchan lecturas sobre los Vedas (textos religiosos), las cuales son impartidas por uno de los guías espirituales del mandir. Muchos habitantes de la zona acuden al templo trayendo diversas ofrendas como frutas y guirnaldas.
Los sacerdotes las toman y las colocan a los pies de las deidades y posteriormente, al llegar nuevas ofrendas, son sustituidas y repartidas entre los asistentes, quienes, agradecidos, ofrecen reverencias con las manos juntas y se llevan el prasadam a la frente y esperan para participar en las otras cinco ceremonias que se realizan a lo largo del día.