Desde muy pequeña le gustaba estudiar y el sueño de convertirse en una gran profesional lo veía imposible, ya que debido a la situación económica de sus padres, no podían costear sus estudios universitarios.
Su nombre es María Mirna Gómez de Domínguez, vive en Osicala, Morazán, y es una de las tantas mujeres que han roto las barreras al incursionar en trabajos u oficios que en el pasado eran desempeñados exclusivamente por los hombres.
Ella trabaja desde antes de cumplir los 18 años; se convirtió en madre cuando aún era joven, por lo que siempre buscó aprender diferentes oficios para poder mantener a su hija mayor. Si bien no podía pagarse una carrera en la universidad, siempre estaba pendiente de los cursos que impartían en su comunidad, por lo que aprendió costura y durante muchos años se dedicó a ese oficio.
Manifestó que nunca dejó de estudiar por lo que posee varios diplomas que la acreditan como electricista, oficio que aprendió en la Escuela Especializada de Ingeniería (ITCAFepade), y también estudió informática.
De Domínguez se graduó como técnico de gestión del desarrollo territorial, y actualmente forma parte de un equipo como examinadora en centros escolares.
«Me decían que estaba estudiando para jubilarme, yo les decía que un día me iban a pedir trabajo y así es, hoy tengo una consultora con Acudolfo y también he trabajado con Educo y ahorita estoy como aplicadora de prueba en escuelas», comentó.
Añadió que ser madre no ha sido fácil, ya que vivió dos años en Costa Rica porque le salió trabajo y tuvo que dejar a su hija mayor. Aseguró que en su hogar repara lo que tiene que ver con electricidad, oficio que también su esposo desempeña.
María hizo un llamado a las mujeres salvadoreñas, en especial a las jóvenes, a no tenerle miedo a los nuevos retos. «Las mujeres deben ser valientes y buscar sus metas para superarse en la sociedad», agregó.