De manera religiosa, el volante de FAS, Bryan Landaverde cumple con una rutina para la crianza de cerdos. Es de tarde, en el Cantón Joya Grande, de Santiago Texacuangos, que tiene como atractivo una porción del Lago de Ilopango. La hora de almuerzo pasó ya y ahora es el momento de que el seleccionado nacional camine desde su casa hasta donde su tío Antonio Renderos. Son casi dos cuadras y debe pasar forzosamente por la cancha en la que jugó a escala de competencias infantiles. Después habrá tiempo para que el volante tigrillo pase a ese campo a saludar a sus amigos.
Landaverde entró en casa de su tío. El jugador aún tiene el ojo morado debido a un golpe que le dio Carlos García de Limeño, en el juego por la jornada seis del Clausura 2022. Don Antonio, a quien le duele más el gol que al jugador, le pregunta, mitad en serio y mitad en broma, quién le dejó morado el ojo. «Dime quién pegó, quiero sanber», le dice el sexagenario. Landaverde solo ríe, esquiva la posibilidad de venganza, lo toma como algo que debe quedar para la justicia deportiva.
Ya en el lugar, el volante hace trueque entre la comodidad que le dan unas sandalias de una marca deportiva reconocida y se coloca unas botas negras de hule que casi le llegan a las rodillas. Alista el concentrado y los baldes. Lo primero que hace es lanzar agua a las madres de las crías que aguardan en otro espacio. Eso se tiene que hacer para disipar el mal olor.
Ahora es el turno de la otra madre de las criaturas. Pareciera que espera en automático esa cantidad de agua. Por último, es el turno de los pequeños. Landaverde debe llenar de agua y comida todos los recipientes. Los 15 marranos atienden ante la llegada de su propietario.
«Para uno que vive en el campo, este es el diario vivir de muchas personas. Así crecí, bien asesorado por mi abuelo, quien me llevaba a las milpas que él hacía. Así fue como decidí meterme a la crianza de cerdos. Gracias a Dios, uno va prosperando con eso. Solo descanso un par de horas, me relajo un rato y luego les doy los alimentos y los cuido. Hay unos amigos del gobierno que me están asesorando en el cuido de los cerditos», dijo el mediocampista tigrillo.
El seleccionado nacional, ese mismo que solo hace un par de semanas estaba en el Lower.com, de Ohio, para cantar el himno nacional y estar pendiente de la marca del estadounidense Christian Pulisic, del Chelsea inglés, ahora se mete en lo otro que sabe hacer, la tierra y la crianza porcina. Entiende que el negocio del fútbol es pasajero, aunque ahora es su principal fuente de ingreso. Pero luego vendrá el inevitable retiro y tendrá que meterse de lleno en el tema del ganado, porque ahora no se ve en la etapa estresante de entrenador.
«La idea, para cuando me retire, pienso vivir de la crianza de cerdos. Si puedo invertir mi dinero en algo bueno, lo voy a hacer. Ya estoy pensando en qué va a ser de mi vida cuando ya no juegue. Estoy invirtiendo mi dinero de la mejor manera, para vivir tranquilamente», externó el jugador del plantel tigrillo