Los colores son los que comunican a primera vista, por lo que es uno de los elementos que provoca emoción al ver un objeto, producto o pintura. De pequeños, más de alguna vez manchamos las paredes de nuestras casas y lo que se dice es que deseábamos ver color en ese espacio o nos comunicábamos dibujando.
Ahora, una pared que contiene objetos identificativos de la cultura salvadoreña, con una paleta de colores armónicos, que contiene un esquema posiblemente complejo pero amigable, imagina lo que puede transmitir.
A esto se dedica María Alejandra Cuéllar, conocida por su nombre artístico Male Cuéllar, quien a sus 34 años es muy introspectiva, divertida y apasionada por comunicar a través de murales, con los que busca que las personas se identifiquen, conecten y sonrían.
Male, al iniciar su vida laboral, se dedicó a varias ramas del diseño gráfico. En el camino se dio cuenta que la ilustración era su fuerte y decidió seguir especializándose en el área, sobre todo estudiando ilustración creativa y comunicación visual.

Hace 10 años logró iniciar proyectos con grandes marcas y clientes. Admite que «todo ha sido un proceso de aprendizaje».
«Es algo cíclico. Nos pasa a todos los creativos. De repente, no hay un tema que nos apasiona y luego queremos experimentar otras cosas. Es ahí cuando iniciamos a evaluar qué elementos nos gusta, atrae y cuales temáticas nos apasiona», dijo.
Cuéllar recalca que se identifica con todo lo que lleva color, aquello que captura y llama la atención. Además, cada una de sus pinturas o ilustraciones deben de comunicar un mensaje.
«El color es uno de los elementos más importantes a la hora de diseñar. Siempre busco que mis diseños sean florales y que las personas puedan decir: “¡Púchica! ¡Qué montón de colores! ¡Qué chivo!”».
Ella se inspira con la naturaleza para desarrollar sus artes, por eso le gustan las caminatas y el «hiking» (senderismo). Ambas actividades le permiten el contacto directo con plantas y flores, por supuesto sus colores.
«La creatividad es como un músculo, es algo que tenemos que estar constantemente fortaleciendo. Tenemos que inspirarnos en todo nuestro alrededor. Además, de leer buenos libros, ver películas y conocer cosas interesantes, ya que son factores que alimentan nuestra creatividad. Hay que salir de la zona de confort y experimentar nuevas cosas», dijo.
Alrededor de 15 murales ha pintado Male en diferentes zonas del país, algunas de ellos están en El Zonte y Shalpa, La Libertad; en Arcatao, Chalatenango, y en San Miguel. Ha trabajado con marcas internacionales donde en sus tiendas se pueden observar sus coloridos artes realzando la cultura salvadoreña.
Uno de los murales está ubicado en una tienda de café y representa el amor por la bebida combinada con nuestra ave nacional, el torogoz. Los colores son intensos. Combina verdes, naranjas, rojos, blancos y otros. A primera vista, el mural invita al descanso y a tomar un buen café, caliente o frío.
«Es algo que soñaba y pensé que nunca me iba a pasar. El año pasado se me dio la oportunidad con un proyecto, nunca lo había hecho, pero dije “démole”. Es una sensación tan bonita que la gente pasa, sonreí y le gusta lo que estoy haciendo», dijo.





Proyectos a largo plazo
La meta de Male es seguir cautivando a las personas con sus murales. Además, le gustaría salir a pintar fuera del país. «En un futuro me veo haciendo más murales, me encantaría andar en diferentes lugares. También me gustaría seguir trabajando en libros infantiles […] Y, de repente, iniciar nuevamente con productos hechos con ilustraciones. Me veo también haciendo murales a nivel internacional, participando en certámenes», dijo.
Proceso
Para hacer un mural, ella comienza haciendo unos bocetos, ya sea en papel o en digital, donde se imagina o trata de pensar qué elementos le gustaría que se verían si estuviera en el lugar. A partir de esos componentes inicia con los trazos de algunas figuras que serán el fondo de toda la composición.
Luego, viene la aventura de dibujar el diseño en la pared. A veces, lo hace a mano alzada o puede utilizar insumos como la proyección, si el tamaño del arte es extenso. «Hacer los murales a mano alzada es el proceso más largo, pero uno lo disfrutas porque es parte de lo entretenido del proceso. A veces, algunas ideas van a cambiando y es lo que lo hace divertido. A la hora de pintar inicio con los colores más claros hasta los más oscuros. La sensación más bonita es cuando se ponen los últimos colores y se aprecia desde lejos ya terminado», señaló.
Depende del diseño, el tamaño del arte o el espacio que ocupará el mural, así se requiere de tiempo para verlos finalizados. Hay unos que se hacen en un día y otros tardan semanas porque son complejos.


Libro
En el 2016, Cuéllar decidió tomar el reto de hacer un libro de su auditoría desde cero, para conocer la experiencia de elaborar una historia e ilustrarla.
«Me tomó dos años hacerlo, era un librito chiquito. Cualquiera dice: “¡tanto tiempo te tardaste tanto en eso!”, pero al final el resultado, para mí, fue bien satisfactorio porque logré conectar con la historia. Los colores llamaban mucho la atención y a la gente le gustaban los personajes».
En esta área, ha trabajado libros con clientes pequeños o personas que tienen sus proyectos personales y desean ilustraciones.
Actualmente, se encuentra trabajando un libro para niños que tendrá por nombre «Leyendas Salvadoreñas», el cual ayudará a mantener la cultura para las nuevas generaciones. Muy pronto hará el lanzamiento.