La vida no ha sido fácil para los salvadoreños Rolando Reyes Orellana y su novia Ana Dalila Franco Melgar, quienes en el 2001 tuvieron que abandonar su amada tierra en Chalatenango para emprender su viaje a Estados Unidos.
A pesar de que son originarios del mismo departamento, se conocieron hace ocho años cuando trabajaban en un restaurante de comida asiática en Estados Unidos.
Con lágrimas, Rolando recordó que cuando llegó al país norteamericano nadie le brindaba una oportunidad de trabajo, pero no se rindió y siguió tocando puertas, hasta que después de varios meses encontró una persona que le prestó dinero para poder salir adelante.
«Pasé un año o año y medio que estuve deprimido en este país [Estados Unidos]. En el 2000 fue la dolarización y eso hizo que el país [El Salvador] cayera en depresión [económica]. A mí me redujeron mi salario. Después, recuerdo que cuando vine acá pasé momentos muy difíciles y sufrí mucho», contó Rolando.
Mientras que Ana dijo que el objetivo de migrar era darles un mejor futuro a sus hijos, por lo que tomó la dolorosa decisión de dejarlos. En 2016, debido a las altas cifras de asesinatos en El Salvador, tenía problemas para dormir debido a la preocupación por su familia.
«No estaba tranquila pensando en que a mi hija o a mi hijo les pudiera pasar algo. Solo escuchaba pandillas y pandillas y eso me llenaba de mucho miedo. Recuerdo que pensaba mucho en que les podía pasar algo, o que los podían meter a la fuerza [a las pandillas]. Gracias a Dios eso ha cambiado. Mis hijos hoy están conmigo», expresó la salvadoreña.
La pareja narró que cuando comenzó la pandemia de la COVID-19, en 2020, se quedaron sin empleo, pero Ana tuvo la idea de hacer pupusas en su apartamento para obtener dinero y pagar el alquiler y los recibos del lugar donde vivían.
«Recuerdo que ella me dijo que iba a ver de dónde sacaba dinero para que pudiéramos pagar el alquiler. Me dijo: “aunque sea pupusas voy a hacer”. No lo pensé dos veces y la apoyé y comencé a buscar una plancha, que por cierto todavía la conservamos. Recuerdo que el primer día teníamos 40 pedidos de pupusas y así fue como comenzamos», manifestó Rolando.
Añadió que en reiteradas ocasiones intentaron alquilar locales para instalar un restaurante y expandir el negocio, pero les solicitaban cantidades de dinero muy altas, las cuales no podían pagar.
«Hasta que vendieron este restaurante que se llama El Lucero fue que tomamos la decisión de poner acá nuestro negocio de comida salvadoreña y mexicana. Gracias a Dios hoy tenemos dos negocios, uno de ellos está ubicado en 1500 W Littleton Blvd Ste 103, Littleton, CO 80120», explicó el emprendedor.
Asimismo, aseguró que muchos de sus clientes solicitan la comida en línea a través de la página www.ellucerorestaurant.com/contact-us/. También hacen pedidos por llamada telefónica.
Los salvadoreños contaron que la mayoría de las personas que llegan a comprar son estadounidenses, quienes aman las pupusas y el plato típico salvadoreño que tiene huevos con vegetales, frijoles, plátanos fritos, crema y queso.
«A los americanos les encantan las pupusas y piden con frecuencia el plato típico. A veces el negocio está vacío, pero en la cocina tenemos una lista de pedidos y luego vienen a recogerlos. Nuestro sueño es brindarle apoyo a más emprendedores. Ahorita le hemos dado trabajo a 12 personas, pero esperamos crecer más y seguir apoyando», expresó Rolando.