En cadenas de oración, colectando dinero para tratamientos de las que no pueden cubrirlos o generando empatías, estas mujeres sobresalen por la resiliencia y los deseos de vivir.
Lo que se produce ahí es una sinergia, una empatía gigante; hablamos el mismo idioma, lo que nos une a nosotras es que todas tuvimos cáncer de mama, porque esta enfermedad es lo más democrática que hay, nos toca a todas sin importar de dónde somos», dijo a la Voz de América Carolina Meza, paciente de cáncer de mama que es parte del equipo desde abril de 2019.
«Somos un equipo fuerte y sólido donde sus miembros se apoyan entre sí», reafirmó.
Tomadas de las manos y formando un círculo en cada sesión, estas mujeres tienen un mensaje que compartir para las compañeras que no pudieron llegar al entrenamiento: «Que esta energía que estamos ofreciendo aquí las acompañe en cada uno de sus tratamientos, sus exámenes, sus controles médicos y que no están solas».
Paula Farías, sobreviviente de cáncer y sin experiencia previa en el canotaje, explicó que se unió al equipo después del «devastador» diagnóstico en 2014, que la llevó a seguir un protocolo médico de alrededor de seis meses en que le practicaron una cirugía, sesiones de quimioterapias y de radioterapias.
Farías dijo que algunas siguen bajo tratamientos médicos paliativos, la alternativa cuando no hay cura para el cáncer que padecen. «Es bien fuerte. Este grupo además de deportistas es de contención. Nosotras nos entendemos».
A Marta Sepúlveda, integrante de «Fortale-Senos Chile», como parte del abordaje oncológico le practicaron vaciamiento de ganglios del brazo derecho. Hoy describe esta suerte de terapia como «muy buena».
«Me ha hecho bien remar y el grupo es genial, las demás remadoras son muy unidas, muy compañeras», explicó.
El cáncer de mama es uno de los tipos más comunes en las mujeres en gran parte del mundo. Sólo en el año 2020 fueron diagnosticadas 2,2 millones personas a nivel global, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud. En Chile, este padecimiento es la segunda causa de muerte en las féminas, según cifras del Ministerio de Salud. Datos del International Agency for Research on Cancer (IARC) indican que por cada 100.000 mujeres chilenas se presentan 55 casos de cáncer de mama.
Este padecimiento también impacta a la población masculina global pero en menor escala. Los protocolos de tratamiento son los mismos para ambos sexos.
Esta enfermedad, que de acuerdo con expertos médicos tiende a ser menos letal si es detectada a tiempo, se desarrolla a partir de una proliferación del epitelio mamario, que en esta multiplicación anormal puede dar lugar al crecimiento de células con características cancerígenas.
Mónica Hernández, de 56 años y profesora de Educación Física, es una de las fundadoras de «Fortale-Senos Chile». En conversación con la VOA explicó que el remo es una oportunidad para la rehabilitación física y emocional. El fin -dijo- es recuperar la movilidad de la extremidad dañada.
«Hay una lateralidad que está dañada. Hay un lado específico, ya sea por mastectomía o por vaciamiento ganglionar que se ve muy dañado. Con este deporte nosotros rehabilitamos, fortalecemos, elongamos, tonificamos y hacemos un drenaje linfático con esta técnica del paleo que es repetitivo, constante y enérgico pero que a la vez es dentro del agua, que no hay impacto», explicó Hernández.
Origen de la terapia de recuperación con remos
Experiencias similares se reportan en Estados Unidos y países de Europa, casi todas inspiradas – como ocurre con «Fortale-Senos Chile»- en una investigación del doctor canadiense Donald McKenzie, de British Columbia University, quien en 1996 demostró la importancia del ejercicio del torso y los brazos en la recuperación después del tratamiento de cáncer de mama con 24 mujeres que habían sufrido esta patología.
El abordaje del cáncer de mama contempla en ocasiones más de un tipo de tratamiento, entre ellos cirugía, quimioterapia, terapia hormonal o biológica y radioterapia, de acuerdo con el protocolo establecido por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC).
Entre las evidencias encontradas por McKenzie hace casi tres décadas figura que los movimientos repetitivos de impacto del tercio superior del cuerpo son muy beneficiosos para recuperarse, por ejemplo, en caso de la cirugía o cuando es preciso extirpar ganglios linfáticos como parte del tratamiento oncológico, así como para mejorar y prevenir el linfedema, los dolores musculares o el cansancio crónico que genera este padecimiento.