El Firpo y el Águila protagonizaron un clásico oriental subido de tono, al que le sobró marrulleria en las gradas y patadas sobre el césped, pero le faltó fútbol, claridad, imaginación y sobre todo gol para apasiguar o aumentar el calor de la noche usuluteca.
Desde las gradas, la hinchada del Firpo hizo sentir al Águila que estaban dentro de la Caldera del Diablo, y el ambiente caliente, más que la noche, se trasladó al terreno de juego desde el pitazo inicial. Se respiró ambiente hostil en cada balón disputado y por el corredor derecho de los toros, William Canales y Kevin Santamaria sacaron chispas. La peor tajada se la llevó el volante anaranjado que acabó pintado de amarillo antes de los 10 minutos.
En ese lapso, más que la rispidez del duelo, sólo dio para contabilizar un par de llegadas de Jomal Williams, que únicamente alcanzaron para avispar a Benji Villalobos, que antes del 20′, vio cómo un tiro-centro del caribeño mordió el horizontal y terminó en susto mayúsculo para la afición naranja, situada tras la portería sur que ocupó Águila en el primer acto.
Por lo demás, hasta la pausa para la hidratacion y coger oxígeno, el encuentro se litigó en la zona ancha y el dominio fue alterno a pesar de los incansables gritos de Eraldo Correia sobre sus pupilos de Firpo, invitándolos a tocar más la pelota para abrir espacios y llegar con claridad al área rival.
El complemento arrancó con un ritmo más vertiginoso, pero enseguida aparecieron luces y pirotécnicos en los tendidos populares de la Furia Pampera, por lo que el árbitro que también había advertido de un silbato en el mismo sector, debió suspender el partido por cinco minutos hasta que las aguas se apasiguaron.
Cuando las acciones volvieron a escenario, el juego se convirtió un calco de los primeros 45 minutos. Eso sí se presentaron por lo menos dos posiblides por bando para abrir el cerrojo y llevarse la victoria. El clásico oriental, sin embargo, tenía etiqueta de 0-0 y así fue.