Como un anillo de 24 kilates que contiene 999.9 partes por mil de oro puro, brillante y sin destruirse, así es la historia de los casi 100 años de la Joyería Suiza ubicada en el corazón del Centro Histórico de San Salvador.
Este año se cumplen 96 desde que Eusebio Mercado comenzó a escribir su legado que perduraría hasta la actualidad. Carlos Mercado, bisnieto y parte de la cuarta generación familiar que administra el negocio, relata que el bisabuelo fundó la joyería y también la primera Asociación de Joyeros de El Salvador, y aunque las fechas no son precisas, eran los albores de los años 30 del siglo pasado.
«El bisabuelo, por cosas de la vida, se topó con alguien que reparaba relojes. Lo tomó como aprendiz y llegó un momento en que, como era muy disciplinado, no tenía vicios y todo lo que le pagaban lo ahorraba. El dueño del taller se endeudó y mi bisabuelo le dijo que se lo compraba. El hombre le dijo “pero vos sos mi empleado”, y él le respondió con un trato: “te pago la mitad ya y en unos meses la otra parte”. Así empezamos en un local por el parque Zurita, como relojería», cuenta Carlos Mercado.
Eusebio sembró la semilla de la disciplina y la determinación, con eso marcó el futuro, porque ha sido parte de la mística, de una a otra generación, lo que ha permitido que el negocio siga vigente y próspero.
Con la segunda generación, el abuelo y tío abuelo de Carlos, Carlos y Alberto, la joyería daría otro gran paso integrando en su oferta los relojes, y entrando al mundo de la orfebrería con la creación de joyas de oro. Obtuvieron la licencia de distribución de grandes marcas de relojes como Omega, Seiko, y las marcas suizas Rado y Bulova, entre otras.
El abuelo Carlos marcó otro hito con una anécdota que ha pasado como tradición oral de orgullo en la familia: compró el primer edificio y en el que aún se conserva la casa matriz de la Joyería Suiza, ubicado sobre la 4.a calle oriente, a unos pasos del parque Libertad.
En ese edificio, según le comentó un historiador, estuvo ubicado el entonces instituto del café, luego fue vendido a una naviera alemana. El abuelo Carlos negoció con uno de los miembros de la junta directiva la compra, pero con un plazo de espera de seis meses. Para él fue un pacto de caballeros que cumplió cuando volvió con el dinero en mano al finalizar el plazo.
«Él llegó con el dinero. La junta directiva estaba reunida, todos eran alemanes. Con quien hizo el trato le dijo que sí, pero que por el tiempo pasado el edificio había subido de precio, “ya no vale lo mismo. Además, vos no lo podés comprar”, le dijo el hombre. Mi abuelo nunca fue ostentoso, pero la anécdota de mi abuelo es que enfrente de todos los alemanes les dijo “Yo pensé que los alemanes tenían palabra, primero, por ser de ese país y segundo porque son hombres”. Los alemanes le dieron la razón y se lo vendieron según el trato inicial», remembra.
La versión del nieto dice que aquella compra se hizo por casi un millón de colones.
El boom de la joyería se veía venir. Hubo una segunda compra del edificio que está en una esquina, sobre la 8. a avenida norte y 3. a calle oriente, siempre en el centro de San Salvador. Sobre esa parte de la historia, el nieto comenta que hubo una separación del negocio de manera pacífica, conservando el mismo nombre, con la diferencia de que ellos se quedaron con la representación de los repuestos, mientras que en la casa matriz continúan con su inconfundible orfebrería y la distribución de grandes marcas de relojes.
La Suiza, la casa matriz, en los años 70 y 80 llegó a tener más de 50 empleados. Como a toda la economía, su negocio se vio fuertemente impactado por el conflicto armado en esa época, padecieron robos y un intento de secuestro, pero aquello, aunque frenó su crecimiento, no fue motivo para desistir. Se mantuvieron sin cerrar operaciones.
La siguiente etapa de dificultad la vivieron en 2004, cuando en una trifulca de vendedores ingresaron a la tienda y arrasaron con todo lo que había en vitrina, económicamente fue un duro golpe del que también lograron salir.
«Disciplina vence talento»
La tercera generación de los Mercado ha seguido con la misión, es el papá de Carlos que lleva el mismo nombre. Él sigue a cargo de la joyería, pero ha dejado que la cuarta generación se encargue de la administración y por completo de la operación de la tienda y de los proyectos a futuro.
Así, en las manos de sus hijos Carlos, Diego y Erick (abogados de profesión) está el nuevo capítulo de la joyería. «Mi papá siempre nos ha dicho que la “disciplina vence al talento”. Así que aprendimos todo. En las vacaciones mi papá nos traía a trabajar cuando los demás descansaban, pero si no hubiéramos aprendido, esto ya no existiera. Aprendimos todo desde cómo atender a los clientes, la administración, a cuidar a nuestro orfebre, todo. Crecimos aquí, le tomamos amor y nos gustó el negocio», comenta.
Para él y sus hermanos todo cuanto saben lo han recibido de su abuelo y su padre, en especial el respeto al trabajo y a los clientes, sobre todo la disciplina.
Una de las cosas que más atesoran es la oportunidad de orientar al cliente, de poderle guiar en lo que quiere y que se ajuste a su presupuesto. En cuanto a joyas, les enorgullece contar con uno de los mejores orfebres en el país, al que con mucho recelo le guardan la identidad, es una joya para ellos.
La orientación a los clientes es fundamental porque muchas veces tienen una idea de lo que quieren, pero hay peticiones que no se pueden cumplir por diversas razones por los materiales o por el presupuesto. Uno de los clientes que más recuerda fue a uno que llegó por un anillo de compromiso para el que no escatimó en gastos, lo pidió de oro blanco, de 18 kilates, con un brillante y un diamante. El valor de la joya llegó a los $15,000. En La Suiza cuentan con todo tipo de piedras, brillantes, diamantes, esmeraldas, circones, entre otros. Fabrican argollas, anillos, cadenas, pulseras, relojes en kilataje de 10, 14, 18 y 24. Este último, desde luego, el más puro.
Carlos también destaca que son la única joyería que cuenta con una certificación de oro, por trabajar con el más puro. En una época la materia prima venía de Santa Rosa de Lima, en La Unión, pero esos tiempos han quedado atrás.
Entre las marcas de relojes originales sobre los que tienen licencia de distribución están siempre los Omega, Casio, Hipo, Fossil, entre otras. Ellos cuentan con servicios de reparación, diseño y distribución. Son un paquete completo.
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NUEVA SUCURSAL
Joyería Suiza dará un salto de expansión y abrirá una nueva sucursal tras muchos años en el mercado. Llegarán a Santa Tecla. La nueva tienda estará frente al Instituto Nacional José Damián Villacorta, a la par del museo tecleño. La apertura está programada antes que termine 2023. Esta será la tercera sucursal en los 96 años, pero la segunda de esta administración.
La cuarta generación de hermanos lleva en los hombros el gran compromiso de superar a sus antecesores, y continuar con el legado para que la Joyería Suiza no solo supere la centuria, sino que alcance otra más. «Es difícil la presión que se siente en las espaldas por la gran responsabilidad, pero me gusta tener un negocio de este estilo. Para mí es bonito, es el mejor regalo que me dejó mi abuelo y mi papá», dice Carlos Mercado.