La tarde noche del jueves 22 de junio anterior, una torrencial lluvia, que echó sobre El Salvador el equivalente al 15 % (168 milímetros) de la precipitación anual registrada en una temporada normal, paralizó las actividades en diversos puntos y dejó al descubierto, de nuevo, qué tan vulnerable es nuestro país ante la naturaleza, por diversos factores.
En ciertos lugares donde históricamente ocurrían severas inundaciones esta vez fueron menores los estragos, pero en otros sitios todo quedó inundado. El nivel del agua lluvia estancada subió tan rápido que a muchos no les dio tiempo de reaccionar para salvaguardar sus pertenencias. En ciertos casos era imposible hacerlo. El tráfico se paralizó, las calles se anegaron, algunos carros fueron cubiertos por las correntadas y hubo viviendas inundadas.
La alta concentración de lluvia en poco tiempo provocó inundaciones en algunas sedes donde se desarrollan las competencias de los Juegos Centroamericanos y del Caribe San Salvador 2023. Comidilla para la oposición política que no tardó en generar una oleada de críticas, burlas, epítetos, chistes de mal gusto, ofensas… en su intento por desprestigiar la ardua labor que el Gobierno, a través del Instituto Nacional de los Deportes, ha realizado para no dejar perder la competencia deportiva que Panamá renunció hacer.
De los tuiteros y «youtubers» cuyo «modus vivendi» es lanzar críticas y comentarios destructivos a diestra y siniestra, sin el mínimo interés de brindar un aporte positivo, no es de extrañar; pero es sorprendente cómo «profesionales» se subieron a esa ola que, al día siguiente, viernes, había desaparecido pues el clima amainó para permitir una inauguración apoteósica.
La lluvia descubrió el verdadero ser de estos salvadoreños que, en lugar de desear que la desgracia fuera de menor impacto, anhelaban que no terminara para «echar en cara» al Gobierno todo su rencor y odio político. Muchos de esos opinadores probablemente sean las mismas personas que ante una desgracia natural en otro país, por terremoto, inundación, tsunami, tornado, huracán u otra calamidad, sacan a relucir su supuesto humanismo para solicitar oraciones, donaciones y permanente vigilia para que el sufrimiento sea menor. Farsantes.
«Hay hombres que no buscan nada lógico… solo quieren ver arder al mundo», es una frase del diálogo en una película de superhéroe muy conocida. Es triste, pero hay salvadoreños que solo quieren que tengamos fracasos —como mencionó el presidente Nayib Bukele en su discurso de inauguración—, pues su motivo es meramente político. En lugar de desear que los Juegos Centroamericanos y del Caribe se desarrollen con total éxito, anhelan, casi imploran, que sean un fracaso. Son antipatriotas, aunque intenten disfrazar su postura de crítica amparada en la libertad de expresión.
La rápida respuesta de los miembros de los diferentes niveles de Protección Civil, así como el trabajo de gestores de tráfico que estuvieron bajo la torrencial lluvia, de reos en fase de confianza que laboraron la noche del jueves y el viernes para tener todo listo para la inauguración contribuyeron a aminorar el impacto del fenómeno natural.
Fácil es criticar y más que eso despotricar contra todo lo que consideramos que va en contra de nuestro ser. La parte difícil es ayudar, contribuir, generar pensamiento propositivo, desear bien por mal, extender la mano para socorrer, construir un mejor país para las generaciones venideras.
Deseo buena cosecha a todos los atletas que en su carrera a los olímpicos se encuentran compitiendo en nuestro país, del cual pueden constatar que es muy diferente al que teníamos hace cinco años.
Los patriotas sintámonos orgullosos.