La figura humana, su esencia, sus emociones, sufrimientos y hasta sus trastornos mentales cautivaron a Mauricio Valiente, el pintor que fue vetado en su época; pero ahora una buena parte de su obra se presenta en la Sala Nacional de Exposiciones Salarrué.
Son más de 90 cuadros los que se exhiben en «Retrospectiva de Mauricio Valiente: expresionismo de profundis». La mayoría (unos 60) se comparten al público por primera vez. El resto es un pequeño fragmento de lo que se presentó en el Museo de la Palabra y la Imagen (MUPI) en agosto pasado con el título «Develando los arcanos».
En 1979 su obra fue censurada y por decisión propia jamás quiso exponerla. Hoy, la fuerza y opacidad de sus trazos, las influencias pictóricas que tuvo en su momento y las temáticas sobrecogedoras marcan a quienes la aprecian.
Por el juego de perspectivas que usa con la figura humana es necesario hacer una buena lectura de lo que representa, sobre todo cuando la usa para crear otras formas humanas o no.
Así como expresa la directora nacional de Museos y Salas de Exposición, Astrid Bahamond, «Las obras aluden a una serie de imágenes de la vida oculta del espíritu y de su expresión anímica. Con ello, el artista nos confronta con sus características composiciones cíclicas que […] entrelaza diversas obras entre sí y posteriormente pueden ser retomadas a discreción en pinturas aisladas».
Bahamond no duda en señalar que hay «parajes y escenarios apocalípticos» y su trazo pictográfico «es agresivamente cromático, impregnado de metafísicos».
«Como artista extremadamente sensible desata una crisis profunda dentro del contexto de la época de tensiones sociales e ideológicas de la preguerra y la guerra civil salvadoreña de los ochenta […] Mauricio Valiente propone una revolución artística expresionista que debía traducirse como una nueva visión de la existencia, como una concepción del mundo, no como una simple exigencia estética», añade.
El «expresionismo de profundis» de Valiente obliga a un intercambio más activo entre el arte y la vida, indica la directora de Museos y Salas de Exposición.
Sus piezas
«La desintegración del ego» es la pieza insigne de la muestra, que ha sido usada para promover la exposición.
Es una pintura en gran formato donde el centro es un rostro deformándose, destruyéndose, como si a una máscara de madera la fueran haciendo tiras, mientras de la boca y el cerebro brota todo lo malo que puede implicar el egoísmo humano.
«Locura», «Paisaje mental», «Soledad» son nombres de otras obras suyas.
«Human condition» contiene una solo imagen humana que está sometida, doblegada, desnuda, postrada en el suelo. La figura y el sol que ilumina son de rojo intenso. Destacan las hileras de alambres de púas en amarillo que doblegan a ese ser.
Buena parte de los cuadros no tienen título, pero evocan muchas emociones. Por ejemplo, está la imagen de una mujer tras las rejas, sentada en el suelo, descalza y con la mirada perdida.
O el cuerpo de un hombre que yace muerto y de la sien derecha le brota la sangre. El hombre está sobre una mesa y a su alrededor hay seres extraños que lo observan. Detrás del hombre, de apariencia joven, emerge una enorme y deforme mano pintada en azul.
La exposición del autodidacta artista recoge varios géneros. Hay paisajismo, escenarios apocalípticos, retratos, autorretratos, desnudos masculinos y femeninos.
«Retrospectiva de Mauricio Valiente: expresionismo de profundis» estará en exhibición hasta el 31 de octubre. La entrada es gratis.
DATOS DEL ARTISTA
Mauricio Antonio Valiente Berdugo nació el 7 de abril de 1941, en Santa Ana, hijo del abogado y juez Luis Valiente y de la señora Enriqueta Berdugo de Valiente. Se casó a temprana edad con Ana Margarita McEntee y tuvieron dos hijas: Anna Elizabeth y Sonya Margarita.
Apasionado por la historia, la poesía, la filosofía y lo esotérico se consideraba un artista autodidacta y se enorgullecía de no seguir patrones, maestros ni tendencias.
Experimentó con diferentes técnicas: carboncillo, óleo, acrílico, acuarela, grafito, cerámica, fotografía, serigrafía, impresión digital, grabado y escultura. También le gustaba escribir sobre poesía y temas místicos, como el tarot, las profecías de Nostradamus y la mitología griega. Su producción pictórica forma parte de su autodescubrimiento y exploración. Aceptó una única exhibición en la Sala Nacional de Exposiciones que debió ser inaugurada el 21 de septiembre de 1979, la que fue arbitrariamente clausurada por el gobierno de turno.
Murió el 2 de enero del 2007, en San Salvador.