«Que un periodista trabaje en un medio privado no lo hace una pluma pagada por los empresarios, ni un periodista que trabaje en un medio estatal pierde su dignidad».
Nunca ha sido un pecado que los periodistas trabajaran en la Radio Nacional o en Canal 10, medios estatales históricos. Tampoco es ni lo será que profesionales de comunicación laboren en los departamentos de prensa de los ministerios o de la Secretaría de Comunicaciones de Casa Presidencial.
Como periodista, voy por mi sexto gobierno de turno y por esos medios han pasado decenas de periodistas, muchos de los cuales han sido compañeros de la universidad, amigos y excolegas de mi experiencia por «La Prensa Gráfica», donde estuve 17 años, y de «El Diario de Hoy», donde completé más de una década.
Jamás estando en ambos medios vi mal el trabajo de los comunicadores públicos, más allá si en algún momento nos negaron información o le dieron largas a las peticiones. Tampoco soy de juzgar a colegas porque sus jefes, de medios privados o públicos, terminaron en tribunales o condenados. Cada quien da cuenta de sus actos.
«La Prensa Gráfica» y «El Diario de Hoy» tienen líneas editoriales muy marcadas, díganmelo a mí, que pasé una vida en cada uno, líneas editoriales que pude o no compartir, pero que dentro de todo, los que trabajamos allí intentamos hacer periodismo honesto, profesional y del bueno.
Si ciertos temas o noticias pasaban o no, una vez el trabajo hecho, ya no es responsabilidad del periodista o del editor, ya corresponde a los dueños, quienes al final son los que dan cuenta a la opinión pública de por qué una cosa se publica y otra no. Y supongo que así es en la radio, la televisión y hoy con los medios digitales.
Hoy, al llegar al periódico del Estado, puede ser que comparta o no sus políticas públicas, pero eso ya es una cuestión de criterio particular, solo que estoy determinado a realizar lo mío, que es hacer periodismo, un periodismo profesional, con sentido de servicio, con la mejor disposición del mejor funcionario público, que tanto hace falta.
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Estoy convencido de que un medio de comunicación estatal, los ministerios o las entidades gubernamentales pueden ser igual o más exitosos que las empresas privadas. ¡Deberían!
Que un periodista trabaje en un medio privado no lo hace una pluma pagada por los empresarios, ni un periodista que trabaje en un medio estatal pierde su dignidad. El reto de la imparcialidad es eterno como la profesión misma, estando de uno o del otro lado. Para los que amamos hacer periodismo, es un reto lindo.
«La Prensa Gráfica» y «El Diario de Hoy» fueron no solo mi fuente de trabajo, sino que también mi escuela y mi casa, donde, como en cualquier lugar, no se llega a buscar amigos, sino a devengar, pero que con los años terminas encontrando otra familia y, para muchos, su única familia. No puede ser distinto en «Diario El Salvador». Mi dignidad está intacta.