Los golpistas en Guinea, que capturaron al presidente Alpha Condé y disolvieron las instituciones, aseguraron este lunes que respetarán los contratos económicos y mineros y evitarán cualquier «caza de brujas», en un intento de tranquilizar a los inversores extranjeros y a los guineanos.
El líder golpista, Mamady Dumbuya, aseguró que el comité que ahora está al frente de este importante país productor de bauxita y minerales «respetará todas sus obligaciones» y los «convenios mineros» y seguirá «promoviendo las inversiones extranjeras en el país».
Además prometió un «gobierno de unión nacional» encargado de llevar a cabo una «transición política», sin dar más detalles.
Vestido con su traje militar, el comandante de las fuerzas especiales guineanas tomó la palabra el lunes por la mañana ante los exministros y presidentes de las principales instituciones del país a los que se ordenó asistir a una reunión en el Palacio del Pueblo, sede del Parlamento.
El teniente coronel Dumbuya les pidió que entreguen sus documentos de viaje y sus vehículos de función. Pero aseguró que «no habrá espíritu de odio ni de venganza (…) no habrá caza de brujas».
Gran parte de la comunidad internacional condenó el golpe del domingo, pero el nuevo hombre fuerte del país fue recibido a su llegada al Palacio del Pueblo por cientos de guineanos que se aferraban a las puertas y gritaban «¡libertad, libertad!» o «¡viva el ejército!».
Poner fin al «derroche financiero»
La capital guineana, Conakry, normalmente bulliciosa, funcionaba el lunes al ralentí. Los militares instalaron barricadas en los accesos al centro y soldados armados prohibían acercarse al palacio presidencial.
Muchos comercios estaban cerrados y el mercado central de Madina, siempre lleno de ajetreo, parecía inactivo. Una tranquilidad que sólo se veía interrumpida por los aplausos de algunos vecinos al paso de vehículos militares.
Las fuerzas especiales guineanas afirmaron, con un video como prueba, haber capturado al jefe de Estado Alpha Condé para poner fin al «derroche financiero, la pobreza y la corrupción endémica», y también «la instrumentalización de la justicia y el desprecio de los derechos de los ciudadanos».
Los golpistas difundieron un video del presidente Condé, de 83 años, vestido con jeans y camisa, sentado en un sofá. Según ellos, está bien de salud y es tratado correctamente.
Los militares proclamaron la disolución del gobierno, de las instituciones y de la Constitución, que Condé hizo adoptar en 2020 y utilizó para presentarse ese mismo año a un tercer mandato, pese a meses de protestas.
Los golpistas anunciaron un toque de queda y cerraron las fronteras por aire y tierra.
Un mensaje leído en la televisión el lunes por la mañana informó sin embargo de la reapertura de las fronteras aéreas.
Condenas internacionales
Este golpe de Estado tiene lugar tras meses de grave crisis económica y política en este país de África del oeste, de 12 millones de habitantes, gobernado desde 2010 por el presidente Condé, cada vez más aislado.
Durante décadas, esta nación pobre, pese a sus recursos minerales e hidrológicos, ha sido dirigida desde su independencia en 1958 por regímenes autoritarios o dictatoriales.
Este golpe de Estado se suma a otros acaecidos recientemente en países de África subsahariana, como Malí en 2020 y Chad en 2021.
Por el momento no se reportaron muertos, pese a los intensos disparos que se escucharon el domingo por la mañana en la capital. Y no se registró ningún incidente grave en la noche del domingo al lunes.
Lo que podría suponer el final de una década del régimen de Condé dio lugar a escenas de júbilo en varias zonas de la capital, sobre todo en las barriadas, favorables a la oposición.
En el plano internacional, el golpe suscitó una amplia condena, desde el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, a la Unión Africana, pasando por la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO)y la Unión Europea.
Estados Unidos también se sumó a las críticas y advirtió que podría «limitar» la capacidad estadounidense de ayuda a Guinea.