Más de alguna vez, cuando estamos viajando de un lugar a otro, durante el camino podemos preguntarnos ¿por qué me cuesta tanto llegar? Eso sucede cuando el tiempo que llevamos recorriendo el camino se nos hace más largo de lo previsto. Usualmente existen diferentes factores que pueden hacer que nuestro viaje sea más rápido o lento, tales factores pueden ser la distancia entre el punto A y el punto B, la velocidad del medio de transporte, o inclusive el medio de transporte mismo. Es en ese punto donde podemos decidir si hacer algo al respecto para minimizar el tiempo de llegada o seguimos atados a los factores que nos retrasan. Si deseamos hacer un cambio podemos acelerar el paso, tomar rutas alternas, entre otras alternativas; en cambio, si decidimos seguir igual no es necesario cambiar nada.
Ahora, si nos detenemos a pensar y dejamos de lado el espacio físico y definimos ese lugar al que queremos llegar como un lugar abstracto, definiéndose como una meta, un objetivo, o un estado emocional, es ahí cuando la pregunta se pone interesante, porque en un lugar físico podemos hacer cálculos del tiempo que tardamos en llegar, recordamos constantemente el camino y tenemos una referencia en todo momento de hacia dónde ir, incluso cuando no sabemos una dirección exacta la tecnología nos asiste y ayuda a definir el camino. Ese lugar abstracto del que hablamos es más difícil de llegar en varios sentidos, porque siempre estamos en un constante cambio, que a lo largo de nuestra vida va haciendo que las circunstancias y los factores para llegar a un fin vayan cambiando, por ejemplo, si hablamos de felicidad, podemos estar de acuerdo en que todos, o la gran mayoría, soñamos con ser felices, con alcanzar nuestros sueños, y un largo etcétera con objetivos y logros que pueden sonar cliché. Pero el gran problema es que para llegar a ese punto de felicidad no hay un camino establecido, no existe una manera segura, cien por ciento fiable y con garantías. Si quieres ser feliz deberás buscar tu propio camino para encontrar la felicidad, el camino de alguien más no servirá para el tuyo, puedes tomar como referencia el recorrido, la historia, conocimientos e inspiraciones de alguien más, pero no te servirá solo repetir lo que alguien más hizo, debes adaptarte a tus condiciones y los factores que definen tu vida.
Al final todo es un proceso, un camino para llegar a esa meta u objetivo planteado, en el que a veces se nos olvida que estamos en un viaje en el que existen riesgos, peligros que nos tientan a abandonar el proceso, a rendirnos, y a olvidar el destino que queremos alcanzar, pero al final depende de nosotros decidir si vale la pena correr el riesgo, enfrentar los peligros, para llegar a ese lugar, lo que será difícil, o simplemente quedarnos víctimas de las circunstancias, relegados en el camino, siendo fantasmas de lo que pudo haber sido y nunca fue.