Tanto para Santa Tecla como para Érick Rivera fue una sorpresa la suspensión indefinida por dopaje. Al quedar inhabilitado para seguir jugando desde inicios de octubre del año pasado, el equipo tecleño, donde militó el atacante el certamen pasado, y el mismo futbolistas manejaron con pinzas la situación, y finalmente la directiva del cuadro colinero le tendió la mano al delantero, porque se quedaba sin el ingreso económico.
«Érick, muy profesionalmente, se acercó para tratar el tema y lo pidió manejar de forma directa y no hacerlo público. Es algo que respetamos porque obviamente estaba lo personal, mientras a nosotros como club en la recta final del torneo nos afectó», detalló Eduardo Amaya, presidente de Santa Tecla en charla con «Diario El Salvador».
Pese a que Rivera ya no pudo jugar todo octubre por la suspensión inmediata que le impuso FIFA, el cuadro colinero tomó a bien pagarle un mes más para que el delantero no quedara del todo desamparado ante la complicada situación. «Llegamos a un mutuo acuerdo, hay temas que no se pueden perder de vista en lo deportivo, además de la calidad humana. Lo mejor que podíamos hacer era apoyarlo, ahora hemos puesto a disposición darle la mano en la parte médica y abogado si él así lo requiere», agregó el dirigente.
«Érick es un buen profesional, a nosotros nos afectó en el cierre del torneo porque terminamos jugando con un solo delantero, porque el resto estaba con lesiones y el caso de él nos cayó por sorpresa», finalizó Amaya.