Con una diferencia de sus contendores del 85 %, o con 1 % que hubiese sido, ganó el pueblo en su proceso electoral, el 4 de febrero de 2024. Eso no tiene discusión. El pueblo mayoritariamente aprobó que el presidente continuara en el poder y continuara realizando los proyectos iniciados en su primera gestión, o fundamentalmente consolidara la seguridad social, personal, clamadas por la población durante décadas y no escuchada por los gobernantes anteriores.
Esas exigencias se están logrando con medidas extremas y puntuales que atacan los cimientos de ese problema de inseguridad, sin vacilaciones, golpeando el fenómeno de las agrupaciones ilícitas que tenían en jaque a la familia salvadoreña, amenazadas todas las instituciones del país, chantajeados todos los poderes del Estado y con la conveniencia y hasta la complicidad de esos partidos políticos que hoy se lamentan, despechados, lloriqueando porque el pueblo definitivamente los rechazó en las urnas electorales y para siempre después de más de 30 años de usurpar nuestros derechos fundamentales de tener orden y coexistencia pacífica.
Damos confirmación hoy de que tenemos grandes y concretas esperanzas de seguir adelante construyendo vida y amor en los corazones de todos los que amamos a nuestro país El Salvador.
Y como lo señalé en el artículo anterior: estamos conscientes y decididos a juzgar y condenar severamente las actuaciones de nuestros gobernantes si faltasen a sus compromisos, a la palabra empeñada con el pueblo. Esta madurez que hemos adquirido, esta nueva experiencia, sirve para ser más vigilantes y exigentes de los políticos que nos propongan en sus campañas electorales proyectos y programas nacionales y que no sean cumplidos fielmente; que sean puestos al servicio integral de nuestras necesidades más urgentes: salud, empleo, vivienda, costo de la vida, desarrollo industrial y agropecuario, que nos garanticen un verdadero crecimiento hacia el futuro.
La inmensa mayoría joven que votó en estas elecciones se estima entre los 18 y los 35 años, edades que responden con su apoyo a esa seguridad, tranquilidad y paz que han vivido estos últimos cuatro años por las medidas urgentes y categóricas tomadas por el Gobierno. ¿Esperanzas?, bueno, como analizaba el mismo presidente electo esa misma noche desde el Palacio Nacional: Esas estructuras criminales fueron creadas y amparadas por los partidos políticos en aquellas gestiones de gobierno donde floreció impunemente una juventud entregada a la delincuencia, incoada por la misma situación de crisis económica y corrupción que esos gobernantes habían creado en la sociedad salvadoreña.
Pero a la llegada del nuevo gobierno de Nuevas Ideas se tomó una decisión que era inminente para poder gobernar: limpieza total. Y esa decisión fue apoyada por todo el pueblo y en estas elecciones le ha dado un apoyo irrestricto y definitivo por los logros que hasta ahora se han obtenido. Apoyo incuestionable de las grandes mayorías, y esa fue la voz democrática del pueblo, de manera que se sigan los procesos y los enjuiciamientos para hacer las liberaciones que haya lugar y los ajustes necesarios para impedir la nueva proliferación de estas manifestaciones que afecten nuestra paz. Reconversión y saneamiento, reeducación y restauración social de inadaptados a nuestros sistemas sociales.
Solo deseamos que continúen los proyectos de restauración social y sobre todo que encontremos las medidas necesarias para lograr que nuestro pueblo supere las crisis que señalaba sobre su situación económica, sus proyecciones de estabilidad y la mejoría de los ingresos, para que pueda seguir impulsando a nuestros hijos en el estudio y su formación integral hacia el futuro, que equivale proporcionalmente sin ninguna duda al mejor desarrollo posible del pueblo salvadoreño: la verdadera construcción de un nuevo país. Donde no sea posible que politiqueros y dirigentes inescrupulosos corrompan a nuestra juventud y la desvíen hacia conductas antisociales que hoy lamentamos.