La de arriba es la expresión que popularizó el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO, como lo conocen sus paisanos), para describir su política de seguridad. Lo que quería expresar es que su Gobierno se iba a dedicar a evitar que jóvenes se incorporaran al crimen y, en su lugar, promovería políticas de inserción productiva y social.
Así surgieron iniciativas como Jóvenes Sembrando Futuro, que han tenido muy buenos resultados. No obstante, es innegable que la violencia en México ha llegado a niveles muy alarmantes. Los asesinatos cometidos por las bandas armadas de los diferentescarteles del narcotráfico han sembrado la zozobra en buena parte del territorio mexicano y cada vez se extienden más, lo que revela la limitada acción de estas iniciativas en un país tan grande, diverso y con multitud de problemas como origen de la violencia.
El Salvador ha logrado, en cambio, sustituir elterror que los pandilleros implementaban en los barrios y las colonias por la sonrisa característica del pueblo. Esta semana que recién acaba, Nuevas Ideas y sus aliados aprobaron mantener vigente la lucha contra las pandillas; y, como siempre, los aliados de las maras votaron en contra de prorrogar el régimen de excepción. No hace falta tatuarse las letras o los números de la pandilla para ser un aliado o formar, de manera orgánica, parte de estas estructuras.
Muestra más compromiso con las pandillas el oponerse a que el Estado tenga las herramientas necesarias –votando en contra o absteniéndose en el pleno legislativo– para combatir a estas estructuras criminales o exigir que se liberen a «todos» los detenidos durante el régimen de excepción.
En cambio, gracias a que el pueblo salvadoreño valora más su seguridad y paz, El Salvador ahora ha superado la violencia delincuencial y más personas se animan a conocer sus maravillas naturales y culturales.
De ser la capital mundial de los homicidios, ahora el país es referente de seguridad en el hemisferio y atrae a turistas de todo el mundo que antes no se atrevían a visitarlo debido a los pandilleros, encerrados casi todos por las fuerzas de seguridad pública gracias al régimen de excepción y el Plan Control Territorial.
Todos estos turistas se reciben con abrazos y no con balazos porque El Salvador ha cambiado. Otras naciones podrían transformarse también, pero eso sería aceptar que el modelo implementado por el presidente Nayib Bukele es efectivo, y a algunos sectores eso no les conviene.