«Adiós, muchachos» es el título de un tango cuya letra pertenece a César Felipe Vedani y que inmortalizó Carlos Gardel en 1927. ¿Por qué el título? Porque oficialmente hoy, 30 de noviembre, 5,000 docentes, entre ellos muchos directores y subdirectores, se acogen a un decreto de retiro voluntario, es decir, para el año lectivo 2024 estarán en condición de jubilados gozando del descanso que ya muchos piden, desean, y a otros por motivos de salud se les vuelve imperioso.
Quizá entre los que ahora se retiran existan miles de anécdotas que contar, pero que las podemos resumir en diferentes hechos históricos que nuestro país ha vivido, desde los inicios de una guerra fratricida de los años ochenta, cuando ya algunos de los que ahora se retiran ejercían la docencia y otros tantos aún se formaban en las aulas de nuestras universidades. Muchos iniciaron su carrera en las zonas rurales, zonas de combate militar entre las fuerzas guerrilleras del FMLN y el Ejército, muchos perdieron sus vidas y otros formaron las líneas de combate del FMLN histórico (no del actual); muchos ofrendaron sus vidas sirviendo a nuestra niñez.
Este grupo de docentes sobrevivió los terremotos del 10 de octubre de 1986, los del 13 de enero y del 13 de febrero. Cómo no recordar a las maestras que perdieron sus vidas en el Colegio Santa Catalina, donde se suma la pérdida de 41 niñas y un niño, así como la experiencia de la maestra Ana Chicas, quien en el terremoto del 13 de febrero de 2001 en Candelaria, Cuscatlán, murió junto con ocho estudiantes de la escuela parroquial de ese lugar. Ella ayudó a evacuar a 35 alumnos de la escuela y regresó por los de parvularia, que no habían podido salir, y fue cuando falleció tratando de salvar la vida de ocho niños.
Muchos de los que ahora se retiran fueron maestros populares en zonas de control guerrillero y otros iniciaron con el Programa Educo (derogado); posterior a una firma de la paz entre las cupulas de ARENA y FMLN, se inicia una nueva etapa en el desarrollo evolutivo de nuestro país, y como efecto posconflicto afloran y se desarrollan las conocidas maras o pandillas, que asesinaron, desaparecieron, violaron, amenazaron y secuestraron a muchísimos maestros, razón por la cual promoví en 2011 un decreto para proporcionar condiciones de seguridad para docentes amenazados, el cual sigue vigente, y esto siendo yo miembro de la comisión de cultura y educación de la Asamblea Legislativa.
Una generación que se va, la cual en su momento fue formada por maestros normalistas. Algunos adversarán mi posición al respecto, pero es la época cuando se enseñó al alumno el valor del respeto, de la honestidad, de la solidaridad, entre otros valores. Es evidente que algunos directores escolares no comprenden la formación de esta generación, pues las nuevas generaciones se formaron con un nuevo enfoque y desprecian la experiencia acumulada por estos docentes que ahora nos dejan.
La tecnología es sumamente importante, pero no se debe dejar de lado el rol del docente, quien junto con sus alumnos son la cereza del pastel del fenómeno educativo. La computadora transmite conocimientos, pero el docente, aparte de conocimientos, transmite humanidad y sentimiento a lo que hace: enseñar a pensar, a proyectar la vida.
Maestros en todo el sentido de la palabra se despiden este 2023 de su trabajo, que siempre fue enseñar, transmitir humanidad, y fomentar valores. Por esa razón me orienté a escribir estas palabras, que de igual manera están cargadas de humanidad y de reconocimiento de toda la sociedad. Solo puedo decirles: ¡adiós, muchachos, misión cumplida!