Los ataques de perros causaron un promedio de 18,000 atenciones en los últimos cinco años, cuyos gastos en atención representaron al sistema nacional de salud pública $7.2 millones, sin incluir a las víctimas que no fueron a consultar a un centro médico nacional.
Según el Ministerio de Salud (Minsal), en promedio son destinados entre $300 y $400 para el tratamiento de una persona atacada por un perro; no obstante, se destinan más recursos si las lesiones requieren de hospitalización, tratamiento en unidad de cuidados intensivos o cirugía plástica.
Uno de esos miles de ataques de perros ocurrió el 25 de octubre en Santa Rosa de Lima, La Unión, cuando una señora de 72 años resultó gravemente lesionada por un ataque de pitbull.
Previo a la atención en centros de salud públicos, los cuerpos de socorro son los primeros en auxiliar a las víctimas, y, según Comandos de Salvamento, 19 personas han sido atacadas por canes en lo que va del año.
Las cifras indican un aumento respecto a 2019, cuando atendieron 15 ataques.«Los casos de personas mordidas, en su mayoría, fueron por pitbull», comentó el vocero de la institución, Carlos Fuentes.
La institución detalló que desde hace tres años y medio se incrementaron estas emergencias y descubrieron que en algunos casos los animales desarrollaron agresividad por estar amarrados. Fuentes recuerda que uno de los casos más impactantes que atendieron sucedió hace un año en la colonia La Rábida, en San Salvador, cuando una mujer de 60 años fue atacada por un pitbull de cuatro años.
En esa ocasión fue necesaria la ayuda policial para ingresar a la casa. El animal tuvo que ser sacrificado porque no permitía el ingreso de los paramédicos para curar las lesiones en los brazos y en el rostro de la víctima. «Diario El Salvador» conversó con tres expertos para conocer por qué suceden estos ataques y cómo prevenir que el animal se vuelva un peligro para la comunidad.
EDUCACIÓN Y RESPONSABILIDAD
Marcela Campos, parte de la asociación Proyecto Esperanza 503, una asociación que rescata, rehabilita y recupera animales abandonados, opina que el cuido que una persona le brinde a su perro se refleja en el carácter que desarrolla el animal.
«Si el perro pasa encerrado y amarrado todo el día, ¿en qué le estoy ayudando? En nada. Para que su conducta sea la mejor, tiene que ver el compromiso y la responsabilidad que tendré con la mascota», dijo Campos.
Conocer todo de la raza que se pretende adquirir ayudará a organizar el tiempo que se le dedicará, más si el animal requiere de mucha actividad física, como el pitbull, el pastor alemán o el rottweiler.
«Son perros que demandan mucha atención y estímulo físico. Hay que sacarlos todos los días y enseñarles normas de educación. Si no hay ese compromiso, mejor me compro un peluche», comentó Campos.
Esa atención hacia las mascotas también es sugerida por Marlon Amaya, quien tiene siete años trabajando con rottweilers, bóxers, pastores alemanes y pitbulls. Actualmente forma parte de la Federación Nacional de Clubs Pitbull de El Salvador.
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El experto dice que la responsabilidad de los dueños de perros es importante para evitar ataques; de lo contrario, se estarían generando condiciones para despertar la agresividad no solo en un animal de raza fuerte, sino hasta de un perro criollo.
«Para ciertas razas de perros hay una función definida. En las personas, por ejemplo, cada quien tiene su profesión; eso ocurre en los perros», dijo Amaya.
En esa lógica se entiende que los hay para protección, rastreo, compañía, guías, etc. «Pero ¿qué sucede? Viene alguien y por la apariencia fuerte y grande de un cachorro se decide por él, pero, a medida que crece, ya no se interesa en conocer su comportamiento», explicó.
Informarse sobre la raza del perro que se desea tener ayuda a entender y guiar su carácter. Muchos caen en el error de brindar los mismos cuidados de atención a los que son de raza como a los que no lo son. «A nivel nacional, el perro que más ataques hace es el chihuahua, pues es agresivo por naturaleza; la letalidad de su mordida no es para que le corten la mano, pero sí le puede dañar», comentó Amaya.
Según Amaya, el 98 % de pitbulls que hay en El Salvador son mestizos y su función es el combate. «Hay una selección de estos perros igual que con los gallos de pelea. ¿Qué sucedería si un gallo no sigue a otro gallo sino al manejador? Eso se vuelve un problema. Igual es con los perros», dijo.
¿LOS PITBULLS PUEDEN REPRESENTAR UN PELIGRO?
Amaya cree que mucho tiene que ver la forma de educación del animal. «El problema no es el perro, el problema es cómo se educa. Hay perros que todo el día los tienen en el sol, sin agua ni comida», dijo, al tiempo que mencionó que es una raza de las más leales. Aseguró que estos animales pueden convivir con las personas, pero siempre y cuando haya condiciones de responsabilidad y socialización; eso incluye no encerrarlos ni amarrarlos.
Asimismo, comentó que, al no darles la actividad física que necesitan, «cuando alguien abre la puerta de su casa, salen corriendo». Este perro puede atacar por miedo. Pueden también derivarse por muchas circunstancias: por estrés al estar encerrado o porque alguien lo pateó accidentalmente, por ejemplo.
«Puede atacar si nos ha ganado el valor, es posible que nos quiera dar un correctivo porque no lo podemos corregir. El perro es un animal de manada y es feliz cuando tiene un líder», enfatizó.
ATAQUES TAMBIÉN PROVIENEN DE «AGUACATEROS»
Para la Jaqueline Villatoro, veterinaria del Ministerio de Salud (Minsal), este es un tema al que todos los años le ponen mucha atención, ya que estos ataques no solo provienen de una raza en particular, también existen las agresiones de los llamados perros «aguacateros».
«Las mordeduras son a nivel nacional. Obviamente en lugares con más hacinamiento donde familias conviven con diez perros y cinco gatos aumenta el riesgo de ser agredidos», aseveró.
Advirtió que hay razas que son más predispuestas a la agresividad, pero –al igual que el resto de expertos– asegura que su comportamiento dependerá de la educación que reciba del dueño.
«He tenido conocimiento de ataques de pitbull sueltos en casa. Hay personas que ingresan sin tocar y el animal lo reconoce como extraño y va a defender su territorio», dijo.
La experta hizo el llamado a la responsabilidad, pues de cachorro puede ser muy tierno, pero como adulto el animal necesitará más espacio y si la casa es pequeña se volverá un problema sobre todo si son de raza dominante.
Si el animal no satisface sus necesidades de alimento con su dueño se escapará donde el vecino o buscará la calle, eso indica que se está fallando y cuando las personas quieren controlarlo terminan amarrándolo y le provocan ese cambio de comportamiento, según la veterinaria.
Otro factor a tomar en cuenta es la educación en el grupo familiar. Los padres tienen que enseñar a los niños que estos animales no son juguetes ni los pueden montar.
«No se debe jalar las orejas ni la cola porque son áreas sensibles. Hay perros que no les gusta que les toquen la cabeza. Un animal que estuvo amarrado y de repente lo sueltan es posible que salga a morder», dijo Villatoro.