A sus 45 años, Carlos Reyes pasa sus días entre pinceles y pinturas, insumos que han sido la materia prima para pulir sus habilidades en el dibujo, las que descubrió cuando aún estaba en la escuela. Estas se convirtieron en parte de sus terapias de rehabilitación durante el tiempo que ha estado en el Centro de Formación Profesional (CFP) del Instituto Salvadoreño de Rehabilitación Integral (ISRI).
«En 2005 sufrí un derrame cerebral y me llevaron al ISRI, de modo que pudiera hablar y caminar nuevamente, porque el pronóstico que me dieron cuando salí del hospital fue que iba a quedar en una cama o en una silla de ruedas, y ahora me pueden ver caminando gracias a los doctores», relató Carlos sobre la situación que lo llevó a someterse a un proceso de rehabilitación.
Asegura que, durante su proceso, fue el personal del ISRI el que le ayudó a recuperar el habla y la movilidad, para posteriormente conocer otra de las áreas de la institución que está disponible para las personas con discapacidad que deseen superarse profesionalmente: el Centro de Formación Profesional.
Carlos indicó que conoció sobre el CFP en los carteles que el personal del centro había colocado en la unidad de salud de Mejicanos, municipio donde reside y desde el que viaja para participar en el taller de manualidades.
«Yo llegué allí pero no como alumno, sino como maestro [a la unidad de salud] a hacer trabajos más difíciles. Luego, llegaron de aquí a poner unos carteles a la unidad de salud de Mejicanos para que quienes tuviésemos alguna discapacidad, pudiésemos venir. Primero vino un compañero y luego decidí venir», sostuvo.
La puesta en práctica de lo que aprendió en su niñez se ha convertido en parte de su terapia al crear diferentes pinturas y dibujos en el taller que recibe en el centro, lo que le permite avanzar en el desempeño de la motricidad de sus manos.
«En el caso de Carlos fue una gran oportunidad venir acá. Él ya traía muchas habilidades, sin embargo, por la situación que sufrió como que se estancó. Pero venir acá le permitió reforzar sus habilidades, potenciar otras y, sobre todo, mejorar su estado emocional. Le ha ayudado al estar en una actividad que le gusta y relacionarse con nosotros. Cada día viene con una nueva motivación», explicó la instructora del taller de manualidades, Juana Hernández.
Carlos manifestó que se siente apoyado por el personal del CFP y del ISRI, que durante años le han permitido rehabilitarse.
«Me siento feliz de saber que tenemos gente que nos apoya. Yo vengo al centro de lunes a viernes, de 8 de la mañana hasta el mediodía», declaró.
Por otra parte, sostuvo que entre sus aspiraciones está abrir una galería en la que pueda exponer cada una de sus obras, las cuales se inspiran en recuerdos y paisajes, entre otros temas.
«Las que están acá son para el ISRI; pero las que hago en la casa, las vendo. Quisiera reunirme con otros compañeros para ver si montamos una galería y tratar de vender nuestro arte», puntualizó.