Leonel Andrade conversaba con un amigo en la calle de una favela en Brasil cuando fue alcanzado por «disparos de la policía», cuenta aún conmocionada Beatriz da Silva. Su esposo figura entre los 47 muertos en un operativo calificado de «masacre» por autoridades y oenegés.
Miles de policías fueron desplegados el 18 de diciembre en la llamada «Operación Verano» contra el narcotráfico en la Bajada Santista del estado de Sao Paulo, estratégica para el crimen organizado porque alberga el puerto de Santos, el más importante de Latinoamérica.
Hasta ahora, «47 sospechosos murieron en enfrentamientos con los agentes de seguridad», y otros 921 «delincuentes» fueron detenidos, indicó la Secretaría de Seguridad paulista a la AFP.
Organizaciones civiles pidieron el 8 de marzo al Consejo de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra que urja al cese del operativo, al denunciar violaciones, como «ejecuciones sumarias» y «torturas».
Se trata de la «mayor masacre» en el estado más poblado de Brasil desde la matanza en la cárcel de Carandiru en 1992, donde murieron más de cien detenidos a manos de policías, denunció un informe de la Defensoría Pública de Sao Paulo y de oenegés, como Conectas y la Comisión Arns.
«Dijeron que hubo un intercambio de tiros, pero ¡es mentira! Él no andaba armado», explica Beatriz da Silva, sobre la muerte en febrero de su marido, de 36 años, padre de sus tres hijos.
Su esposo, que usaba muletas, había cumplido condena de cárcel tiempo atrás por tráfico de drogas. Pero ya «estaba desvinculado de todo eso», sostiene esta mujer, de 29 años.
Lo encontró agonizando. «Los policías no me dejaron socorrerlo, y ellos no intentaron hacer nada», relata a AFP.