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DeOpinión
Biologando y más
Eunice Echeverría, BIÓLOGA
ARTÍCULOS SOBRE BIOLOGÍA / Primera Entrega
El pasado 9 de octubre se cumplieron 138 años de la creación del Museo Nacional de El Salvador, del cual se derivaron el Museo de Historia Natural de El Salvador (Muhnes) y el Museo Nacional de Antropología (MUNA), que inicialmente fueron departamentos de Ciencias Naturales y de Antropología, respectivamente.
Durante más de siete décadas, ambos departamentos caminaron juntos. Así el museo nacional ocupó varios locales, entre ellos, el edificio de la Universidad de El Salvador (en el centro de San Salvador), la casa Villa España (1902), la finca Modelo (1904), la Facultad de Química y Farmacia de la Universidad de El Salvador (1912), la finca Modelo, junto al Instituto de Historia Natural y Jardín Botánico (1913), y dos pabellones contiguos a la ex Casa Presidencial (1927-1962).
En 1962, el Departamento de Antropología se traslada a la avenida La Revolución, en la colonia San Benito, y deja de funcionar por unos años el Departamento de Ciencias Naturales, hasta su resurgimiento en 1976, en su actual ubicación, dentro del parque Saburo Hirao, convirtiéndose ambos en museos de carácter nacional, cada uno con su propia temática.
El Muhnes cuenta actualmente con tres salas permanentes de exposición, donde el público visitante encuentra información de cómo se forman las rocas, qué son los minerales, y muestra ejemplares de minerales y rocas del país. Asimismo, se exponen diversas piezas fósiles de la fauna y la flora, encontradas en suelo cuscatleco, que incluye un molar de mastodonte descubierto por el Dr. David J. Guzmán en el río Los Frailes, de Ilobasco, y piezas procedentes del sitio paleontológico río Tomayate, en Apopa, uno de los yacimientos fosilíferos más grandes del país.
Los ecosistemas naturales tienen un rol importante también, por ello hay tres dioramas de importantes tipos de bosques: nuboso, manglar y caducifolio cada uno con la fauna y flora característicos de ellos.
El Muhnes administra las colecciones nacionales de historia natural en las ramas de Zoología, Paleontología y Botánica (Herbario Nacional MHES), estas resguardan ejemplares y piezas, muchas únicas, ya sea por su rareza, por pertenecer a especies en peligro de extinción o por constituirse como TIPO (ejemplares utilizados para la descripción de nuevas especies para la ciencia), que las convierten en bienes culturales de la nación.
Si bien el Museo Nacional de El Salvador nació con el fin de contar con productos minerales, botánicos, zoológicos, y su primer director, el Dr. David Joaquín Guzmán, hizo recolectas de fósiles y flora, solo sobreviven los fósiles que colectó en Ilobasco; mientras que, de los ejemplares de plantas, que debieron sustentar sus investigaciones sobre la flora salvadoreña, no quedó nada. Al instalarse el MUNA en la sede que se construyó en 1962, en la colonia San Benito, se trasladaron las colecciones de arqueología y de historia natural, las cuales dejaron en cajas en un rincón (O. Batres, comunicación personal, 4 de abril de 2019).
Por este motivo, las colecciones nacionales de historia natural, a excepción de la de Paleontología, se inician de manera formal a partir de 1976, con la apertura del Museo de Historia Natural. Coincide que, en ese entonces, también se gestaba la creación de parques nacionales, y biólogos nacionales y extranjeros se dedicaron a obtener ejemplares de la fauna, la flora y de fósiles, para describir la biodiversidad del país y documentarla. Así se formalizó el registro y el ingreso de especímenes a cada una de las colecciones que hoy tenemos. Hoy, cada ejemplar cuenta con un código único de identificación, que asegura el ejemplar, la pieza o el lote, así como la información que lo acompaña.
En los 45 años que ha permanecido el Muhnes en su ubicación actual (dentro del parque Saburo Hirao), se ha avanzado en la administración y el resguardo de las colecciones nacionales de historia natural. Las colecciones han crecido, producto de las recolectas desarrolladas durante las investigaciones que los profesionales de la institución llevan a cabo y por las donaciones que investigadores nacionales y extranjeros entregan a la institución. Todo el material biológico, paleontológico o geológico, para ingresar a colección, debe ser procesado previamente según la naturaleza del ejemplar. Una vez listo se le confiere un código numérico único que lo identificará dentro de la colección y lo une a la información del ejemplar o pieza.
Por cuestiones de seguridad, el Muhnes mantiene el registro manual de información, por lo que cuenta con libros de registro en los que se vierten los datos de cada ejemplar: código numérico asignado, fecha y lugar de recolecta, coordenadas geográficas, colector y datos taxonómicos. Actualmente, los sistemas informáticos cambian con mayor rapidez y podríamos sustituir equipos y programas, pero, muchas veces, al transferir de un sistema a otro, se pierde información y podría provocar la pérdida de datos, algo que no ocurre con el registro manual, asegurando siempre la accesibilidad a la información. Aún hay camino por recorrer, todavía hay sueños que cumplir y retos que vencer, por eso es importante la permanencia de estos centros de investigación.
DePoesía
«SUEÑO Y OSADIA»
Por Juan Posada
Un beso de boca
y toda la atenuada noche
brillaría…
la más franca sonrisa
sin pausa…
mi boca alzaría…
un beso de tu boca
trémulo y fragante,
sin tristeza me dejaría.
Ese ósculo anhelado,
que de solo imaginarlo
es una osadía…
un tan solo beso…
y la llama dormida
del amor encendería.
Mujer sublime…
begonia que sonríe.
Amándote siempre estaría.
«VERSOS SOÑOLIENTOS»
Anhelando tu voz
cierro mis ojos…
es la noche propicia
para soñarte,
y saludar sonriendo,
a ese suspiro insistente,
que crece en mi pecho
por ti.
Mujer…
mis latidos llevan
llevan tu nombre.
«A MI ESPOSA»
Por Jesús Huezo
Conocí a una joven atractiva
y buena moza, con labios color de fresa
y manzanas recién cortadas.
Mi corazón saltó de gozo, de amor adormecido,
y en el cerebro la voz de la madre mía
que con dulzura me decía:
esta será la madre de tus hijos.
Bendito Dios que la profecía se ha cumplido,
pues tengo a mi esposa amada
a mis cuatro hijos y siete nietos,
que los quiero con toda el alma.
El tiempo ha transcurrido y mis hijos crecidos,
mi esposa y yo envejecidos,
pero tengo la convicción de que formé una familia
con una mujer honrada, humilde y amorosa
un regalo de Dios con todas las bendiciones
y es por eso, esposa mía, que te amo y respeto
y te prometo que, el día que yo muera,
pediré a nuestro Dios que te alargue más la vida.
«ENAMORADA»
Por Isiliz Marín Martínez
El último el primero.
Amar es dar, amar es esforzarnos día a día por conquistarte, por
ocupar ese espacio que me designaste en tu precioso corazón.
El último en besarme, el primero en dejarme sin aliento tan solo
con decir me encantas, el último en dedicarme tiempo, el primero
en disfrutar ese tiempo.
Cada vez que me tengo que despedir de ti ruego al cielo que no
me sueltes la mano, que no te canses de mi interminable amor
por ti, la vida es más bella si tu existes en la mía.
Bello mío como el mar y el universo es mi amor por ti, mis luceros
brillan mucho más desde que te conocí, mi oculta belleza salió a la
luz de tus ojos, en mi rostro se dibujó una sonrisa permanente pese
al interminable invierno que hay dentro de mí.
El último y el primero no sé si para tu dulce corazón será gran o
mediana cosa lo único que sé es que es un deleite amarte… Mi último
y primer amor eso eres, eres un tesoro del cual la vida me ha dado,
una bendición de Dios que me enriquece el alma y el corazón.