A fuerza de ser sincero, no sé si el presidente de la república juega al ajedrez; sin embargo, por la forma inteligente y anticipada con que enfrenta cada desafío, intuyo que sí lo hace.
El ajedrez, considerado también un deporte, es un juego de inteligencia y destreza mental, en donde la valiosa e indispensable capacidad de anticiparse al movimiento del adversario es de vital importancia, y, tal como parece, ese es el fuerte del mandatario salvadoreño.
A muchos no se nos olvida aquella jugada magistral cuando al filo de la medianoche se inscribió en GANA para participar en las elecciones de 2019, burlando así las intenciones de la Sala de lo Constitucional y del Tribunal Supremo Electoral que, en contubernio con la oposición y los grupos de poder, intentaban bloquearle ese derecho. Todos sabemos que el TSE esperó hasta bien entrada la noche para cancelar al CD y así evitar que pudiera inscribirse. Sin embargo, él ya estaba dos pasos adelante. Mientras aquellos, los mismos de siempre, consumaban la cancelación de un partido, él, como buen estratega, concretaba su inscripción en otro. Es por eso que, aunque no es parte del tema que hoy nos ocupa, es bueno señalar que esa ley recién aprobada que castiga a quien bloquee el derecho de alguien a participar en elecciones es muy importante, pues nadie debe volver a padecer lo que el actual mandatario y otros padecieron, víctimas de intereses mezquinos e instituciones corruptas.
También es notoria otra jugada del presidente cuando, con un decidido combate a la evasión fiscal y la compra anticipada de bonos, dejó con la boca cerrada (o quizá abierta, por la sorpresa) a un montón de pseudoeconomistas, quienes, como aves agoreras, vaticinaban que el Gobierno no sería capaz de honrar sus deudas. Y no es que pensaban que eso iba a suceder, lo cierto es que en sus maquiavélicas mentes esperaban que eso sucediera.
Las efectivas estrategias para enfrentar a la delincuencia también dicen mucho de su habilidad, donde, incluso, ha sabido anticiparse a la forma de pensar de los criminales planificando con suficiente antelación cómo contrarrestar sus posibles reacciones.
La manera en que se adelanta a lo que dirán los críticos nacionales e internacionales, quienes siempre reaccionan negativamente a sus acciones aunque estas sean acertadas, es otra muestra de esa capacidad.
También ha sabido jugar muy bien en el campo internacional, donde la política y la economía mundial igual parecen un gigantesco tablero de ajedrez cuyas piezas deben moverse con la misma inteligencia y cuidado, pues evitar errores en esos niveles también es importante. Muchas veces hemos visto a la oposición pidiendo y, en ocasiones, hasta exigiendo al presidente que se pronuncie sobre sucesos internos de otros países, buscando, aunque sin conseguirlo, que caiga en algún tipo de intromisión.
En la larga lista de sus acertadas acciones hay otras que no son menos inteligentes que las mencionadas, las cuales tal vez enumeremos en otra ocasión… o en un libro quizá, el cual podría titularse igual que este artículo. Y conste, no estaríamos con eso emulando a Paulo Coelho en su obra «El alquimista», aunque en el sueño visionario y en la lucha tenaz de los protagonistas, así como en la búsqueda incansable de un objetivo, quizá se parezcan.
Hay algo más que me hace pensar que el presidente practica el ajedrez, y es el uso de la frase «jaque mate», la cual a veces utiliza cuando está a punto de culminar una acción importante, principalmente si esta va a dejar mal parados a sus detractores.
Nuestro mandatario quizá no sea un Bobby Fisher o un Anatoly Kárpov, pero con lo que, al parecer, sabe de estrategias ajedrecistas es más que suficiente para dejar en el camino a muchos de sus adversarios.