La jornada electoral del 4 de febrero estuvo marcada por la contundente e histórica victoria del presidente Nayib Bukele. Nunca en la historia nacional un mandatario había sido electo con tantos votos. Cinco años antes, el presidente Bukele había obtenido más votos que la suma del resto de los candidatos. Ahora, el 84.7 % de los votos válidos emitidos durante la jornada fue para él.
Por eso las misiones internacionales de observadores electorales coincidieron inmediatamente en destacar no solo la tranquilidad y la seguridad con que se desarrollaron los comicios, sino también el masivo apoyo hacia el gobernante, lo que despejaba de entrada toda duda sobre la transparencia de su victoria.
ARENA y el FMLN, socios de gobierno durante 30 años, están viviendo las etapas finales de una tragedia que ellos mismos se buscaron al abandonar sistemáticamente al pueblo y dedicarse al saqueo del Estado y al enriquecimiento personal de los dirigentes. Los otrora partidos poderosos de la política salvadoreña son apenas sombras borrosas. Sus caudales electorales han quedado reducidos a débiles riachuelos.
Los exponentes de la vieja clase política llegaron a conquistar el poder sobrepasando el millón de votos. Sin embargo, solo el FMLN superó los 200,000 votos para convertirse en la «segunda fuerza electoral».
Los partidos aliados ARENA-FMLN, VAMOS y Nuestro Tiempo han chocado de frente con el muro de la realidad que se habían negado a aceptar. Los salvadoreños hablaron claramente para mostrar su rechazo y, en lugar de aceptar los hechos, han llegado a reclamar incluso la masiva participación de salvadoreños residentes en el exterior, que, como el resto de la nación, dio su voto al presidente Bukele.
Recientemente, durante el escrutinio, salieron con la propuesta de exigir que los votos nulos fueran recalificados y considerados válidos, lo que evidentemente lleva implícita una profunda ignorancia de los procedimientos electorales y revela la desconfianza que los partidos políticos tienen del trabajo que hicieron sus militantes en las juntas receptoras de votos.
En todo caso, estamos hablando de pequeños porcentajes de sufragios que no harán la diferencia sobre la victoria del presidente Bukele y de Nuevas Ideas en la Asamblea Legislativa.
Como hace tres años, el pueblo salvadoreño le ha dado al presidente la fuerza parlamentaria suficiente para hacer andar el plan de gobierno y las políticas de desarrollo. Además, ha reducido aún más la presencia de ARENA-FMLN en la Asamblea Legislativa, un claro mensaje del rechazo hacia la vieja y corrupta clase política.