La famosa destilería japonesa Yamazaki llega este año a su centenario con muchas cosas por celebrar: su aclamado whisky añejo alcanza precios desorbitados gracias a la creciente demanda y a la escasez de existencias que lleva tiempo padeciendo.
La destilería más antigua de Japón conserva su ubicación original en los pies de una montaña en las afueras de Kioto, desde donde Shinjiro Torii, el fundador de la productora Suntory, quería hacer un whisky adaptado a los paladares nipones.
La demanda extranjera, además de la relativa escasez de las botellas más cotizadas de decenas de años, ha disparado los precios.
Una botella de Yamazaki 55, con una etiqueta oficial de venta a 3 millones de yenes (20.700 dólares), se vendió por 600.000 dólares en una subasta de Sotheby’s el año pasado en Nueva York.
Y esa todavía salió barata comparada con otra botella subastada en Hong Kong en 2020 por el récord de 795.000 dólares.
En el exclusivo distrito Ginza de Tokio, el más modesto Yamazaki 18 con precio de 32.000 yenes (220 dólares) según el fabricante se vende a 120.000 yenes.
Suntory no revela los volúmenes de producción, pero el director general de la destilería, Takahisa Fujii, asegura que ha aumentado drásticamente en los últimos 20 años.
La compañía anunció este año planes para invertir 10.000 millones de yenes (72 millones de dólares) en sus destilerías de Yamazaki y Hakushu, pero la demanda todavía supera la capacidad.
«Hemos recibido tantos pedidos por nuestro whisky de clientes de todo el mundo, que todavía estamos intentando responder a ellos lo mejor que podemos», dice Fujii.
La destilería Yamazaki recibe a decenas de visitantes locales e internacionales cada día, pero aquellos que quieren llevarse alguna de botella de las variedades añejas se van decepcionados.
Peter Kaleta, un visitante de 35 años que gestiona un bar en Polonia, se quedó alicaído cuando no pudo comprar una de sus favoritas.
Es un «imprescindible» para los bares de whisky, dice este restaurador, para quien es «deprimente» esta carencia de las variedades de alta gama.
«El whisky ha vuelto»
Junpei Kusunoki, director de Tokyo Whisky Library, un bar en el distrito de moda de Omotesando, está habituado a estos problemas de abastecimiento.
«El boom por el whisky ha vuelto», dice a la AFP.
«Hay un sistema de cuotas en la zona de Omotesando, así que es una guerra contra la competencia. Lo intentamos todo para amasar» botellas, explica.
La ubicación de esta destilería está a un mundo de las famosas tierras escocesas más asociadas al whisky, pero Fujii explica que el lugar se eligió por la famosa agua de la región.
Esta reputación se remonta al siglo XVI, cuando el maestro de té japonés Sen no Rikyu trabajaba en la zona.
«No puedes hacer un buen licor sin una buena agua», dice Fujii, que apunta que la humedad y el ambiente neblinoso también contribuyen al envejecimiento del whisky.
Su exclusiva gama de alambiques de cobre en diferentes formas y tamaños también contribuyen al particular perfil de la marca, dice.
Los sabores estratificados y equilibras de Yamazaki se consideran un maridaje perfecto para la cocina japonesa, asegura Fujii.
El crítico de whisky Mamoru Tsuchiya explica que actualmente existen un centenar de destilerías en Japón, con un prestigio creciente gracias a la fama de calidad de sus licores.
Los precios exorbitantes son resultado de una «escasez de whisky en un momento en que la demanda desde el exterior ha aumentado exponencialmente», afirma.
Pero este éxito contrasta con los 20 años de declive tras haber alcanzado un pico de consumo doméstico en 1983.
«Las ventas caían cada año», dice Nobuyuki Akiyama, responsable de la división de marketing de whisky de Suntory. «El impacto fue grande».
Estrella de «Lost in translation»
La tendencia se revirtió a comienzos de los 2000, cuando el whisky Yoichi 10 de la compañía Nikka y el Yamazaki 12 rcibieron prestigiosos premios internacionales de la industria.
Y en 2003, el Hibiki 17 de Suntory tuvo un papel estelar en el éxito cinematográfico «Lost in translation», en el que el mismo Bill Murray promovía el licor en una escena.
Las ventas domésticas se recuperaron y la demanda internacional empezó a crecer. Un drama televisivo basado en la vida del fundador de Nikka Whisky en 2015 también contribuyó al impulso.
El crecimiento fue demasiado rápido para una industria que necesita planificar la producción con décadas de adelanto.
«Tenemos Hibiki 30, por ejemplo, en el que necesitamos pensar cuántas botellas tendríamos que producir para de aquí 30 años», dice Akiyama, quien asegura que es «imposible» predecir el mercado con tanta anticipación.
Por ahora, las ventas parece que seguirán creciendo, con las exportaciones llegando a 56.000 millones de yenes (404 millones de dólares) en 2022, 14 veces más que hace una década.
Judith Ly, una visitante alemana de la destilería Yamazaki, asegura que hace una excepción con este licor.
«Normalmente no bebo whisky, pero me gusta el sabor», dice. «Es delicado, fácil de beber».