Con el objetivo de demostrar su aprendizaje en el taller de arte culinario, jóvenes y adultos que asisten a este espacio de enseñanza en el Centro de Rehabilitación Profesional del Instituto Salvadoreño de Rehabilitación Integral (ISRI) elaboraron diferentes tipos de pan y antojitos típicos.
Este taller es parte del proceso de preparación profesional y vocacional que personas con discapacidad reciben con el objetivo de brindar oportunidades de insertarse nuevamente al área laboral en diferentes sectores.
«Tenemos un grupo bastante bueno, han hecho diferentes productos: tamales, pupusas, pan de diferentes clases. Ellos están en ese proceso para el que tenemos dos instructoras, que son las encargadas de dirigir el proceso», indicó la directora del centro Josselyn Rodríguez.
Todos los participantes son usuarios del ISRI, y otros que se inscriben directamente en el centro, donde se someten a diferentes evaluaciones que determinarán el grado de destrezas y potencialidades que cada uno tenga.
«Ellos han realizado pan francés, pan dulce, algunas boquitas típicas como tamales de pollo y pupusas. Un día antes ellos prepararon los materiales para que ahora podamos ver e identificar los logros que ellos han obtenido durante el proceso de capacitación en lo que va del año», explicó la supervisora de talleres, Ona López.
Cada uno de los participantes de este taller recibe instrucción gratuita, durante la que se les otorga los materiales para cada una de sus prácticas, las cuales serán de utilidad para desempeñarse en el área laboral, ya sea de como emprendimiento o para emplearse en alguna empresa en la que deseen optar por una oportunidad.
«Me ha gustado porque he aprendido mucho, he aprendido a pan, flautas, pastelitos de leche y otras cosas. Fue hace como un mes que inicié, yo vengo desde Ciudad Arce y pues si tenemos la oportunidad de aprender hay que hacerlo», expresó Francisco Vaqueros, quien actualmente es alumno de este taller.




En este espacio los usuarios con cierto grado de discapacidad física y cognitiva pueden mejorar sus destrezas, y de esta manera, buscar una oportunidad para poder insertarse al campo laboral.
«Estoy aquí para aprender y salir a buscar un trabajo. Empecé en abril y aprendí a hacer pan baguette, budín, quesadillas y pupusas. Esto me ayuda para poder buscar un trabajo y ayudarle a mi familia ahorita no trabajo, pero espero que con esto que he aprendido pueda encontrar una oportunidad», manifestó Karla Rodríguez asistente del taller de Arte Culinario.
Actualmente, son alrededor de 10 usuarios los que asisten al taller, mientras que otro grupo se mantienen en casa y reciben tele rehabilitación (debido a la pandemia) por parte de las instructoras, con el propósito de no interferir en sus procesos de aprendizaje.
«La comida siempre se vende, y se vende bien. A nuestros jóvenes los capacitamos para el mundo laboral. Muchos de ellos que quizá no logran el conocimiento total, o que las competencias son un poco menos, en sus casas hacen sus prácticas, y en el caso de la panadería que se vende en la comunidad, si ellos no logran colocarse en un empleo fuerte, en sus casas ellos hacen pan francés y pan dulce para venderlo desde casa con apoyo de su familia. También algunos chicos por la habilidad cognitiva les cuesta manejar el dinero, pero allí entra el apoyo de la familia», sostuvo la instructora López.