A mediados de la década de los 2000, un joven salvadoreño irrumpió en la televisión mostrando toda su energía y espíritu alegre. Sin embargo, a diferencia de los típicos presentadores de televisión, este joven no cumplía con el estándar de belleza que se piensa debe tener una figura de la farándula. Sin embargo, eso no era impedimento para que se mostrara y, rápidamente, se ganara la simpatía de los salvadoreños, principalmente, los jóvenes de ese tiempo.
Se trata de Armando Regalado, mejor conocido como «El Gordo Sabor», quien lleva más de 15 años en el programa «Buena Onda», de Canal 33. Desde sus inicios hasta la época actual, Armando ha mantenido su «cherada» y su espíritu alegre y empático, algo que lo ha vuelto en unos de los rostros más carismáticos de la televisión salvadoreña.
Además, desde hace algunos años comenzó su propio emprendimiento, el cual mantiene hasta el día de hoy, dividiendo su vida cotidiana entre su trabajo en los medios, principalmente televisión y radio, y en atender su negocio de tortas en San Salvador. Sin embargo, Armando dice que no olvida sus inicios y sus raíces, ni los valores que aprendió de sus padres, los cuales lo han llevado al éxito.
¿Quién es Armando «El Gordo Sabor» Regalado?
Soy un soñador que lleva 34 años de vida y que he cumplido muchos de los sueños que tuve de niño. Sigo en esta aventura que se llama «vida» disfrutándola mucho.
Te conocemos de tu etapa en los medios de comunicación. ¿Cómo fue que se te abrió esa oportunidad?
Empezó en un casting allá en 2005. Se buscaba un presentador para «Buena Onda». Yo estaba en una universidad en ese tiempo. Íbamos caminando en los jardines de la universidad y, de repente, se me acerca un amigo y me dice: «Mira, gordo, hay un casting para “Buena Onda”» y le digo: «Mira, yo no voy a quedar en ese casting porque yo soy gordo»… esa fue la palabra que le dije. Al final me dijo que fuéramos.
Me inscribí. Fue un casting de sábado en «La Cantina del Patrón», donde no quede. Perdí el casting, lo ganó Balta Berdugo, con quien somos muy buenos amigos. Me quedé varios años en una sección que se llamaba «Armando Relajo», sin pago, pero eso no me importó. A mí lo que me importaba era cumplir el sueño de trabajar ahí en el canal, en «Buena Onda» y, hasta este día, después de 16 años, ahí seguimos trabajando. En 2008 me dieron la plaza de presentador porque Balta dejó el programa.
A veces se ha conocido anécdotas de presentadores que son muy diferentes en la vida cotidiana a la personalidad que proyectan ante cámaras. ¿Es así en tu caso?
Vos me ves en la calle y, si te conozco, te saludo. Normalmente, cuando ya entablo conversación con la gente siempre platicamos. Siempre he tratado de ser una persona normal. Me ha gustado mucho el tema de emprender. Mi mamá siempre ha tenido negocio y en tiempos de feria yo vendía churros y elotes locos. La gente se me quedaba viendo extrañada, pero yo les decía que lo de la tele no siempre alcanzaba. Mi naturaleza sigue siendo Armando, el gordito, compañero y chero de todos lados.
Y tu faceta de emprendedor, ¿cómo comenzó?
Mi mamá me ayudó en esta onda de negocio. Mi mamá me dijo: «Mire, hijo, ponga un negocio de comida porque esos siempre pegan» y, sinceramente, yo puse un negocio de carwash, porque me gustan los carros, pero, la verdad es que fracasé.
Entonces, le tomé la palabra a mi mamá y ella me apoyó. Ahora, estamos en este camino junto a Giorgina, mi pareja, y Diego, mi gran amigo. Gracias a Dios la gente le tiene cariño a la marca y ahí vamos poco a poco.
La gente, imagino, se queda extrañada de verte emprender en tu negocio porque se piensa que la gente de la televisión es “agrandada” …
Hay unos que sí, hay unos que no… Hay unos que, de repente, se les sube el agua y no se les baja. Hay otros que viven la vida diaria y lo vemos como un trabajo diferente, uno que nos permite exponernos en televisión o que se nos escuchen en una radio, pero en una realidad somos personas normales, que tenemos problemas, tenemos gastos, hacemos colas, esperamos el 15 y 30 para que paguen… somos personas normales y quien nos quiera ver diferente pues está bien, pero la gran mayoría de los que trabajamos en los medios de comunicación nos rebuscamos.
¿Cuál es la clave para «no perder el piso» y mantener siempre la humildad?
Saber de dónde venís. Aquí va a haber gente que te va a querer, gente que te va a odiar, gente a la que no le agradés… pero vos tenés que seguir adelante y saber de dónde venís y qué querés. Yo vengo de una familia trabajadora, de una mamá que echa pupusas, de un padre que trabajó como contador, de una familia que tuvo problemas intrafamiliares, como la mayoría en El Salvador… eso me hace saber de dónde vengo y a dónde voy. Además, tenés que trabajar duro en la oportunidad que tengás. En los medios tuve esa oportunidad y la he aprovechado hasta este día.
Decías que te daba miedo hacer el casting porque sos gordo..
Es que desde que nací soy gordo, ¡Jajaja!
En los medios se tiene la idea que la imagen lo es todo. ¿Crees que es así realmente?
Es un requisito un poco. Pero no solo en los medios. Ahora también en las redes sociales. Vos le das like a las mujeres que te parecen más atractiva o al hombre que te parece más atractivo. Pero, es como un estándar de belleza universal. A pesar de ese miedo que tuve porque soy gordo, igual fui y creo que aprendiendo durante todos estos años me di cuenta que hay mas cosas como el talento, la gracia, la alegría, la responsabilidad que matan la belleza. Hay un dicho que dice: «Pisto mata carita», pero acá creo que sería: «Talento mata carita».
Tenés más de 10 años en los medios y, ahora, ya no sos tan joven…
¡Jajaja! Eso de «joven adulto» no existe, men… ¡sos «maistro» y punto!
¿Cómo evaluás vos la producción de los programas juveniles en la actualidad?
Los jóvenes de esta época son diferentes a los de mi época. Tienen más atractivo, les gusta más cosas, les gusta ver a la NIcolle Figueroa en TIkTok… y de repente a mí también me gusta verla y eso que soy viejo… Hay más cosas que ver, hay más cosas con que divertirte y la televisión tiene esa tarea de recrearse cada día porque tiene una competencia. Pero, sigo viendo a la televisión juvenil como algo único. La televisión es una cosa mágica. Sigue siendo espectacular. Pero, tiene la competencia de las redes sociales que son fuertes también. Ahí podemos ver a René Valdivieso, por ejemplo, haciendo cosas divertidas.
Al final, creo que debes hacer que las redes sociales y la televisión sean uno, tomar la fuerza de cada uno y conjuntarlos. No los veo como ideas separadas, sino como algo que puede mezclarse para crear grandes cosas.
¿Qué mensaje le dejarías a la juventud salvadoreña?
Mirá, a mí me gustaría decirles que es un país hermoso en el que vivimos. Es un país donde se puede crecer. Es un país donde se puede lograr poner un negocio. La gente puede decir que porque soy famoso lo digo, pero eso no garantiza que hagas la inversión y te vaya bien. Todo está en que le echés ganas, que trabajés las ideas, que las hagás bien. Eso la gente lo nota. Se pueden hacer muchas cosas, se puede soñar, se pueden lograr los objetivos, se puede crecer en este país, pero todo va a depender de cada uno de nosotros.
Mi mamá me enseñó que tenía que trabajar, que tenía que ayudar en la casa, que tenía que sacar buenas notas, que tenía que esforzarme. Soy de las personas que dice que nunca se va a ir de acá, me gusta la playa, me gusta ir a San Vicente, que es de donde soy…
Creo que los jóvenes tenemos el derecho de tener un país bonito, pero también el deber de construirlo.