El presidente Nayib Bukele lanzó la guerra contra las pandillas con el Plan Control Territorial, que luego contó con todas las herramientas legales necesarias a través del régimen de excepción.
Gracias a la combinación de esfuerzos entre las fuerzas de seguridad (policías y militares), un sistema judicial recuperado del secuestro al que estaba sometido por los viejos partidos políticos, una Fiscalía General de la República valiente y sin ataduras y una nueva Asamblea Legislativa al servicio de la gente, El Salvador ha dejado de ser un país conocido por los brutales asesinatos cometidos por las maras y se ha convertido en un referente en recuperación de espacios para las comunidades, integración de jóvenes y la reducción drástica de homicidios y otros delitos.
Han sido decisiones valientes las que tomó el presidente Nayib Bukele, pero también darles el respaldo legal, la autoridad y los equipos necesarios a policías y militares para que puedan hacer su trabajo de extraer criminales de las comunidades.
En el pasado, los gobiernos de ARENA y del FMLN fingían combatir a las pandillas a través de planes publicitados como de mano dura y súper mano dura, cuando en realidad había un acuerdo con estos delincuentes.
Ha sido con este Gobierno que los salvadoreños han conquistado la paz de manera efectiva y verdadera.
En los últimos días hemos leído noticias internacionales sobre el desborde de la violencia y el crimen en otros países y la forma de enfrentarlo. Así, el Gobierno de Suecia anunció la participación de militares en tareas de seguridad pública para enfrentar la creciente guerra de bandas rivales, en tanto que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) autorizó el envío de un contingente especial a Haití para enfrentar a las pandillas que controlan esta nación caribeña.
El Salvador conquistó la seguridad al garantizar que los pandilleros detenidos por las fuerzas de seguridad no serían liberados por jueces corruptos ni serían beneficiados con leyes blandas que protegen a los delincuentes.
Además, para romper los lazos de comunicación de los mareros presos con el exterior, se bloquearon las señales de teléfonos celulares en los alrededores de los centros penales y se construyó el Cecot para enviar ahí a pandilleros.
Han sido todos estos elementos los que se han realizado para llegar a donde estamos. Se trata de un reto constante en el que no hay que bajar la guardia para evitar que las pandillas vuelvan a surgir. Y eso solo lo garantiza el plan implementado por el presidente Bukele.