Diversos sondeos sobre el régimen de excepción se han realizado desde que inició la medida ordenada por el presidente Nayib Bukele, como parte del Plan Control Territorial. Obviamente, no los hacen para mostrar al mundo el respaldo que la población le da porque ahora vive en paz, en tranquilidad, en verdadera seguridad.
No recuerdo mediciones hechas por las diferentes casas encuestadoras de cómo se sentía el salvadoreño trabajador, luchador, honrado y honesto sobre el clima de violencia, luto y dolor que generaban los grupos criminales. Hablo de dos décadas sangrientas que dejaron más de 110,000 salvadoreños asesinados. Por cierto, son más que los que dejó la guerra civil protagonizada por la derecha y la izquierda.
Tampoco recuerdo encuestas específicas de cómo evaluaban los planes de seguridad en los gobiernos de ARENA y el FMLN. Claro, no les interesaba hacerlas, pues formaban parte del sistema bipartito corrupto, amalgamado por el poder fáctico.
Hay dos verdades a dos años del régimen. Y para decirlo, tomaré como base el último sondeo de la institución académica férrea opositora del Gobierno del presidente Bukele: la primera es que 8.13 de cada 10 aprueban y respaldan la medida de seguridad. Suponiendo que no alteraron el porcentaje, es un número sin más que decir.
La segunda, a las ONG nacionales e internacionales, a sus medios de prensa aliados y políticos rastreros les revienta el total respaldo de salvadoreños honrados y honestos a la medida, al grado que no cesan sus batallas internacionales por derribar el régimen de excepción, por lograr que sus «angelitos» salgan de nuevo a las calles a continuar asesinando al pueblo, a asediar y violar a estudiantes, a extorsionar todo tipo de comercios.
Sus mismas familias, sus mismos hijos, padres, abuelos, todos, caminan con tranquilidad ahora en cualquier parte del territorio nacional, gracias al único plan de seguridad que ha dado resultados contundentes en el país.
Este bloque opositor vive especulando y mintiendo que los salvadoreños nos movemos con miedo al régimen, que tenemos nuestros derechos restringidos. Para las ONG y los plumíferos aliados, los miles de salvadoreños a quienes se les ha salvado la vida no valen nada. Solo les interesa el «bienestar» de los pandilleros asesinos. Ya ni los resultados de las elecciones, en las que la voluntad del soberano quedó nuevamente revelada, los mueve.
El pueblo sabe que esos organismos nacionales y extranjeros, y los plumíferos «incómodos», son pordioseros del financiamiento que reciben por mantener esas luchas, aunque vayan en contra de la vida de la gran mayoría de la gente honesta.
La insistencia de presentar ante organismos internacionales «informes» del régimen de excepción, con datos no oficiales, elaborados por las mismas ONG activistas, es de estudio.
Otra verdad hay en esto: sus batallas en contra del régimen simplemente son en favor de esos grupos criminales. ¿Por qué? Porque tienen la idea de que el regreso sangriento que ocasionan esos grupos permitirá la caída del mejor presidente que El Salvador ha tenido, y así regresar al sistema bipartito corrupto de ARENA y el FMLN, en el que se sentaban a la mesa a deleitarse con sus manjares.
¿Qué es lo que no entienden de la voluntad del soberano, del pueblo?, ¿qué es lo que no entienden de los más de 2.7 millones de votos que recibió Nayib para ¡un segundo mandato!?
Una buena nueva hay para más de 6 millones de salvadoreños y, por supuesto, mala para los parásitos: el pueblo seguirá teniendo la oportunidad de decidir los grandes cambios en la nación. Otra gran tarea para ocupar la mente retrógrada de ONG, plumíferos, leguleyos «constitucionalistas», mercaderes de la fe y políticos rastreros.
No pueden ni podrán contra la voluntad del pueblo, el único soberano.