El presidente Nayib Bukele declaró la guerra a las pandillas y, gracias al esfuerzo combinado de las fuerzas de seguridad y de un renovado sistema judicial, más de 72,000 integrantes y colaboradores de las maras han sido detenidos, procesados y enviados a prisión.
El régimen de excepción les dio a las autoridades las herramientas legales necesarias para agilizar los procesos para sacar de las calles a los criminales más violentos que ha conocido el país.
En virtud de estas acciones, ahora El Salvador es el país más seguro del continente, logrando un descenso histórico en el número de homicidios y convirtiéndose en un caso de estudio internacional y en la fuente de inspiración de muchos Gobiernos.
Sin embargo, no se puede declarar victoria, como lo demuestran las capturas de los remanentes de las pandillas que a diario reportan las fuerzas de seguridad.
También se siguen cometiendo asesinatos, como el brutal crimen contra una niña en Soyapango.
Sin embargo, ahora, a diferencia de las administraciones de ARENA y del FMLN, hay una efectiva persecución del delito. En menos de 24 horas las autoridades dieron cuenta de que ya se había detenido a tres sospechosos de participar en el asesinato.
El presidente Bukele anunció en redes sociales que se instalarán tres cercos de seguridad: en la colonia La Campanera, donde ocurrió el salvaje asesinato de la menor de edad, en Popotlán y en Valle Verde, dos populosas colonias del municipio de Apopa.
El ministro de Seguridad, Gustavo Villatoro, ha dicho recientemente que el régimen de excepción es necesario para erradicar a las pandillas, por lo cual debe mantenerse vigente hasta cumplir con el objetivo.
Solo hasta que se elimine de raíz a las pandillas El Salvador podrá haber declarado misión cumplida.
Y no es algo que deba asombrar a nadie, porque estamos hablando de estructuras criminales que tienen décadas de estar funcionando y complejizándose como consecuencia de la desidia y hasta complicidad de los gobiernos de ARENA-FMLN. Por tanto, se requerirá un esfuerzo continuo y permanente a lo largo del tiempo para cumplir el objetivo.
Lo que pasa es que el pueblo salvadoreño está muy asombrado con los resultados del Plan Control Territorial y ahora se pregunta por qué los anteriores gobiernos en realidad no combatieron a las pandillas. Se pregunta por qué los criminales que eran detenidos solo pasaban una corta temporada en la cárcel y luego seguían cometiendo sus fechorías.
Pero esos oscuros y corruptos tiempos ya pasaron. Con el presidente Bukele, los salvadoreños confían en que seguirá trabajando por la seguridad de todos.