Vivo en San Isidro, una pequeña e idílica comunidad situada al pie de la cordillera Ilamatepec, muy cerca de la división de los departamentos de Santa Ana y Sonsonate.
La relación de mi comunidad y el cine nacional se debe a que este también es el lugar de residencia de Mauricio Escobar, un tenaz luchador (además de visionario) que ha decidido incursionar en el difícil y a veces poco apreciado arte de la cinematografía.
Un día, luego de la correspondiente solicitud, Mauricio accedió a darme una entrevista para que escribiera este artículo. En esa ocasión, de manera amable y espontánea, me habló de las vicisitudes que ha pasado para hacer realidad sus sueños en tan difícil empresa.
Aunque ya de por sí no es fácil triunfar si los medios con los que se cuenta son limitados, el objetivo se torna más difícil cuando la opción es el cine, pues requiere de un equipo de filmación caro y de difícil adquisición, vestuario, dirección técnica especializada, personal de apoyo y una logística que no se puede desarrollar si el recurso económico no es suficiente o no está a la mano.
Sin embargo, Mauricio y compañía, luego de vencer incontables obstáculos, han hecho producciones que han trascendido fronteras, han participado en importantes festivales y se han proyectado en salas de un sinnúmero de países.
Entre sus producciones está «Contrastes», una película que muestra escenas filmadas en Miami (EE. UU.), así como en locaciones de nuestro país, entre las que se incluyen algunas de nuestra comunidad. Este largometraje aborda la vida de las mujeres en los países más pobres de Latinoamérica y cómo la sociedad afecta no solo su manera de vivir, sino también sus personalidades.
También está «Levíticus», hablada totalmente en náhuat y subtitulada en español. Esta expone lo profundo del comportamiento humano visto desde la lujuria que exterioriza una pasión incestuosa.
Otra que no puede dejar de mencionarse es el «El libro supremo», una producción que explora la inclinación de nuestra sociedad hacia lo sobrenatural y el miedo a lo desconocido.
Tampoco se puede evitar traer a colación uno de sus últimos trabajos: «La muñeca enferma», que trata sobre la pérdida de los valores en un complicado entorno familiar.
En todas estas películas Mauricio ha tenido una importante participación, ya sea en la dirección, actuación, escritura de guiones y en la coordinación de las locaciones, todo eso entre otras actividades que le han dado a estas alturas una considerable experiencia.
Durante la entrevista también me habló sobre la posibilidad de hacer un filme que recoja escenas y acontecimientos de la guerra civil de nuestro país en la década de los ochenta.
Lo que este incansable luchador ha tenido que sortear para hacer realidad su sueño evidencia aquellas palabras del legendario cineasta salvadoreño Alejandro Coto: «En ningún lugar del mundo es tan difícil hacer cine como en El Salvador». Sin embargo, me parece que últimamente las autoridades de nuestro país están tratando de cambiar esa percepción apostando a proyectos ambiciosos en el campo de la cinematografía. Si se llegasen a concretar tales propósitos, sería positivo aprovechar la experiencia de personas como Mauricio que se han esmerado por mucho tiempo en hacer cine aun con sus carencias y dificultades.
No quiero cerrar esta columna sin antes mencionar que, además de lo conseguido en la pantalla grande, este emprendedor también ha hecho una notable incursión en el arte de la dramaturgia con su compañía Mackyty Teatro, cuyas puestas en escena de importantes obras le han valido el reconocimiento y los aplausos del público.
Cabe mencionar que esta compañía de teatro junto con Turish Media Productions también dieron vida a la película «No me movás las manos», escrita y actuada por el mismo Mauricio Escobar.