Un análisis del Gabinete de Seguridad de Panamá apunta que la cifra de 520,085 migrantes que cruzaron la selva el Darién, frontera con Colombia, hasta el cierre de 2023 será superada este año, debido al panorama de los problemas sociales, económicos, políticos y de seguridad que enfrentan algunos países de la región.
Del 1.º de enero al 21 de marzo, las autoridades panameñas registraron el cruce de 97,718 personas. Los venezolanos, haitianos, chinos, ecuatorianos, cubanos y colombianos son las nacionalidades que más han transitado por la selva del Darién.

El registro en enero fue de 36,001 personas, en febrero la cifra alcanzó 37,166 migrantes y en los 21 primeros días de marzo suman 24,551 extranjeros.
Pero todo indica que las cifras de cierre de año van en aumento. En 2021 la estadística fue de 133,653 personas, mientras que en 2022 se registró el tránsito de 248,284 y el año pasado 520,085 migrantes en situación irregular recorrieron la peligrosa zona.
«Para este año, por las entradas que estamos teniendo, perfilamos que la cantidad de migrantes irregulares será superior a la de 2023», aseguró el ministro de Seguridad de Panamá, Juan Manuel Pino.
El año pasado, Panamá registró una cifra récord de más de medio millón de migrantes en situación irregular, con el propósito de continuar su trayecto hacia Estados Unidos y Canadá. «Para nosotros es un reto en materia de migración, ya que se combinan dos aspectos, la parte humanitaria y la parte de seguridad nacional, porque atrás de la migración está el crimen organizado», explicó el ministro.
El crimen organizado cobró cerca de $820 millones el año pasado para que las personas se trasladaran por la selva.
«Darién no es una ruta, es una zona protegida, un pulmón del hemisferio occidental. Es una selva peligrosa en donde usted para pasarla va a exponer su vida», insistió Pino.
Familia colombiana sobrevive
Aura, una colombiana sobreviviente de esta temible ruta, compartió su testimonio a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en diciembre.
Buscando una vida mejor, tomó maletas y emprendió camino con su hijo, su nuera y dos nietos. Su meta era llegar a Estados Unidos.
«Tardamos siete días en cruzar la selva. Pensé que no lo conseguiría», dijo.
«Me caí cuando bajábamos una montaña con una cuerda. Tenía fiebre, tenía el pie muy hinchado y negro. Mi hijo tuvo que cargarme durante tres días e incluso tuve que gatear, pero lo conseguimos», recordó llorando.
«Somos guerreros persiguiendo nuestros sueños», señaló.
De acuerdo con otros testimonios, en la selva se encuentran bolsas plásticas azules que creen que sirven para guiar a los migrantes por el «camino correcto», y también hay bolsas rojas entre la vegetación, «que indican el camino equivocado y el peligro», según un documento de la ONU.
Algunos migrantes creen que las bolsas han sido colocadas por otros migrantes para advertirles; otros creen que se trata de un servicio de los traficantes, revela el informe.