El Salvador conquistó de verdad la paz que tanto había soñado. En 1992, políticos corruptos y comandantes guerrilleros sedientos de riquezas anunciaron que pondrían fin a las hostilidades militares y que habían firmado unos acuerdos para conseguir «la tan anhelada paz», como se escuchaba en esa época
Si bien los enfrentamientos armados se acabaron y se anunció que los «grupos alzados» iban a entregar sus armas para incorporarse a la vida civil, lo cierto es que muchos de esos desmovilizados, tanto de la guerrilla como del Ejército, se unieron para formar bandas dedicadas a cometer asaltos o extorsiones.
En ese momento, la violencia de la guerra —desde los bombardeos a mansalva ordenados por el primer gobierno de ARENA y sus predecesores, pasando por las masacres de uno y otro bando y los asesinatos de los «colaboradores» y culpables de «desviaciones pequeñoburguesas» y terminando con los combates en las zonas urbanas y rurales— fue sustituida por la violencia de la delincuencia organizada.
Más tarde, las pandillas surgieron como un fenómeno que terminó creciendo de tal forma que llegó a ejercer verdadero control en el territorio nacional. ARENA y el FMLN no solo permitieron que estas organizaciones surgieran, sino que las alentaron con las treguas y otras negociaciones, deseosos de obtener ganancias electorales.
Fue por eso por lo que ambas agrupaciones, ARENA y el FMLN, fueron de los primeros opositores al Plan Control Territorial y al régimen de excepción, así como a la guerra contra las pandillas lanzada por el presidente Nayib Bukele. Esgrimieron razones de diversa índole e impulsaron una campaña internacional para decir que enviar a prisión a los mareros y a sus colaboradores era violatorio a los derechos humanos. Jamás defendieron la vida e integridad de millares de salvadoreños que fueron víctimas de estos criminales, pero no dudaron un segundo en «denunciar al régimen» y a la «dictadura», a pesar de que la población estaba plenamente satisfecha.
El pueblo salvadoreño fue sabio y supo reconocer quién es su defensor y quiénes son amigos de las pandillas. Por eso no fue ninguna sorpresa que el presidente Bukele haya tenido el 84.7 % de apoyo en las urnas para su segundo mandato y ARENA y el FMLN hayan sido empujados, una vez más, hacia el despeñadero de la historia. Los amigos de las maras no son bien recibidos por los ciudadanos. Perdieron los votos y perderán sus puestos en la Asamblea Legislativa.