Estoy convencido de que el presidente Bukele y sus aliados han venido utilizando la teoría del conflicto para resolver la crisis política, social y económica del país: han logrado el apoyo de la mayoría de la población interesada en resolver el conflicto; han utilizado el conflicto para disminuir el poder del enemigo principal y están logrando gobernar en función de las mayorías de la población.
Interpretaron los intereses y las expectativas de la población, que ha venido sufriendo las consecuencias de esa crisis; identificaron que las causas principales de la crisis son el macropoder que ha venido ejerciendo la oligarquía y el control territorial que ejercían las pandillas.
La oligarquía es un pequeño grupo de familias que concentra la mayor parte de la riqueza tangible e intangible, que ha logrado acumular la sociedad salvadoreña y la ha venido utilizando para favorecerse a sí misma; para lograrlo ha utilizado a sus empresas, al sistema financiero, a los partidos políticos, al Estado, a los medios de comunicación y a la mayoría de los intelectuales. Las pandillas son ahora grupos de personas que realizan actividades delictivas y atentan contra la seguridad pública, pero también son instrumentos del crimen organizado, en donde estaban involucrados grandes empresarios y funcionarios gubernamentales.
Bukele y sus aliados identificaron que la parte más débil de los instrumentos de la oligarquía eran los partidos políticos, en ese momento histórico; crearon un movimiento político para agrupar a la población insatisfecha, lo transformaron en partido político para participar en las elecciones presidenciales; seleccionaron un candidato carismático, comprometido con la estrategia de cambio democrático. Superando muchos obstáculos y contando con el apoyo de la mayoría de la población, ganaron la presidencia de la república.
Lograron superar la crisis generada por la pandemia de COVID-19; mostraron que podían gobernar favoreciendo a la población, utilizando sus fortalezas con decisión y firmeza. Iniciaron la estrategia de que las instituciones del Estado debían controlar el territorio utilizando la fuerza pública y la efectividad de las instituciones públicas para ayudar a resolver los problemas sociales de las comunidades.
Consiguieron que los que no habían votado por ellos en la elección presidencial lo hicieran en la de diputados y alcaldes, logrando que la Asamblea Legislativa se pusiera al lado de la mayoría de la población y modificara la correlación de fuerzas en la Corte Suprema de Justicia.
Han logrado que el sistema financiero, en manos de empresas transnacionales, ejecute las políticas financieras del Gobierno. Han debilitado a los medios de comunicación que continúan al servicio de la oligarquía. Varias familias que han formado parte de la oligarquía han dejado de utilizar su posición oligárquica y aceptan el derecho de la mayoría de la población de dirigir el rumbo futuro del país.
Posiblemente, el papel del próximo presidente sea realizar la última etapa planteada por la teoría del conflicto, que es la reconstrucción capitalista, subsanando los efectos colaterales negativos que se ha causado durante la etapa del conflicto y la pandemia, así como impulsar el desarrollo económico y social del país.
Ojalá que los organismos internacionales y los países que estarían dispuestos a la reconstrucción económica y social del país estén realizando un análisis científico del proceso político, económico y social, que vean el conflicto que existe en la actualidad en el país como algo positivo en función de las mayorías de la población.