Vestido con un traje azul, el soberano de 74 años habló desde la capilla de San Jorge del castillo de Windsor, donde están enterrados su madre Isabel II, que gobernó durante más de siete décadas, y su padre, el príncipe Felipe.
«No tengo palabras para agradecerles el cariño y la simpatía que mostraron a toda nuestra familia», dijo, subrayando lo emotivo que es la Navidad para «todos aquellos que han perdido a sus seres queridos».
Carlos III, que será coronado el 6 de mayo en Londres, agradeció el trabajo de los militares, de los servicios de urgencias y del personal sanitario, pocos días después de que las enfermeras iniciaran una huelga sin precedentes en el país para obtener mejoras salariales.
«Quiero rendir especialmente homenaje a todas esas personas maravillosamente amables que tan generosamente» dan «comida», «dinero» o su «tiempo», en estos momentos difíciles, añadió.
El monarca citó a los que se encuentran sumidos en una guerra, al hambre o las catástrofes naturales, así como a los que «aquí buscan medios para pagar sus facturas o alimentarse y calentar a sus familias», en momentos en que la inflación ronda el 11% en el país.
«Una solidaridad tan sincera es la expresión más inspiradora de amar a su vecino como a uno mismo», dijo.
«Sea cual sea su fe, o si no tiene fe, es en esta luz que da vida y con la verdadera humildad que reside en el servicio a los demás donde creo que podemos encontrar esperanza para el futuro», añadió, deseando una «Navidad de paz, felicidad y luz eterna».