En los primeros tres meses de 2024, la tendencia es la misma: más de 20 días sin homicidios, lo que consolida los éxitos en la pacificación de El Salvador, una exitosa política implementada por el presidente Nayib Bukele que se ha vuelto un referente en todo el mundo.
Los números no mienten: en estos momentos la tasa de homicidios ha sido reducida a 1.5 por cada 100,000 habitantes, lo que la convierte en la más baja de toda la historia nacional. Atrás quedan los años en los que ARENA y el FMLN lograron que El Salvador fuera conocido como la capital de los asesinatos, con una violencia desbordada y cantidades de asesinatos que superaban incluso a las de naciones en guerra.
El Plan Control Territorial tardó en implementarse de manera completa porque ARENA-FMLN y sus aliados en la anterior Asamblea Legislativa bloquearon cualquier intento de financiar este programa, que, por primera vez, enfrentaba a las pandillas de manera real y directa. La vieja clase política había llegado a acuerdos con los criminales y, debido a ese pacto, las maras controlaban prácticamente todo el territorio nacional.
Con el apoyo decisivo de los ciudadanos, la nueva Asamblea Legislativa cambió radicalmente y la oposición quedó relegada a la irrelevancia. En la primera ocasión, el presidente Bukele recibió una Asamblea con la mayoría calificada, la cual se complementó con los partidos aliados para aprobar el régimen de excepción, otro pilar en la guerra contra las maras.
Gracias al éxito de la medida —que permitió capturar a los pandilleros y a sus colaboradores, sacándolos de los barrios y colonias—, el pueblo salvadoreño se volcó a apoyar los planes del presidente Bukele, dándole una bancada parlamentaria con mayoría especial, es decir, suficiente para mantener vigentes las herramientas legales y necesarias para triunfar en la guerra contra las maras.
Esta mayoría legislativa fue necesaria para depurar el Órgano Judicial y la Fiscalía. Todos estos componentes han sido vitales para que El Salvador sea un oasis de seguridad en la región.
Mientras otros países centroamericanos sufren una creciente violencia, los ciudadanos salvadoreños viven una paz como nunca en la historia. Esta transformación tan radical es la que despierta el interés internacional en el país, pero no se trata de piezas individuales, sino de un modelo integral.
Las pandillas no solo están proscritas, sino que legalmente se abren procesos para desarticularlas para siempre.