En 2013 fue la última vez que los salvadoreños celebramos goles de los guerreros en un mundial de fútbol playa. Desde entonces pasaron tres copas del mundo y El Salvador se ha quedado a la orilla de otra clasificación. Nadie le ha reprochado nada a ese equipo, porque ha caído con dignidad en las arenas donde se han disputado los partidos.
Con 15 microciclos de trabajo, a las órdenes de Rudis Gallo, la Selecta playera nos vuelve a emocionar. El miércoles terminó la fase de grupos y el equipo cuscatleco arrasó con todo rival que se le puso enfrente. Su andar comenzó con una paliza de 15-1 sobre República Dominicana, la segunda más abultada en la historia de este equipo. Luego le metió 7-1 a Guatemala y cerró con un trabajado 7-2 ante Bahamas.
En ninguna de las competencias pasadas vi a una Selecta playera como esta. Arrolladora, que empieza los partidos con hambre de triunfo y los cierra corriendo como si estuviera abajo en el marcador. Este grupo ahora sí tiene mucha experiencia, ha trabajado y tiene una especie de serenidad para manejar partidos complicados, como lo que le sucedió contra Bahamas, que lo tuvo en aprietos, le impuso sus condiciones físicas, pero con el paso de los minutos esta selección manejó con altura el partido y luego superó a los caribeños.
El rodaje, el roce internacional de este equipo, que cuenta con una base de jugadores desde hace varios años, ahora sí lo he notado. Insisto con ese partido ante Bahamas porque, sin menospreciar a República Dominicana y a la misma Guatemala —que de no ser por la buena actuación de su portero se iba goleada—, ninguna de estas selecciones tiene la calidad de El Salvador en esta modalidad. Los bahameños, entre tanto, sí tienen un equipo más trabajado, que mete en apuros, sobre todo por esa complexión más atlética de fuerza y velocidad.
Todo esto es gracias al trabajo de un grupo, al respeto que se le ha dado a un proceso que empezó hace más de 10 años de la mano de Rudis Gallo. Nadie que conozca la historia de este fútbol creería que un entrenador de selecciones ha estado tanto tiempo en un combinado nacional. El proceso está prohibido acá, pero, por suerte, en el fútbol playa no se ha dado ese caso.
El estímulo deportivo que entrega el Indes a los seleccionados y al cuerpo técnico también es una pieza importante del rompecabezas para que este equipo esté ahora en el premundial de Costa Rica como el mejor de la fase de grupos. Casi 30 goles en tres partidos y solo recibió cuatro. Ni México ni Estados Unidos, otros de los considerados potencias en la región, están cerca de esas estadísticas de la Azul de playa.
En 2019, tras quedar en el camino hacia el Mundial de Paraguay, Yamil Bukele se acercó a esa selección que no apuntaba hacia ningún lado. Le tendió la mano, le dijo al equipo que lo apoyaría y lo ha cumplido. Agrado quiere agrado y la selección está devolviendo en la cancha todo lo que le han dado.
Hoy en la tarde voy a apoyarlos en el partido de cuartos de final contra Trinidad y Tobago. Después de lo visto en los primeros tres días del Premundial, no me quedan dudas de que hay que empezar a reservar vuelos para ir a Rusia.