Los salvadoreños validaron en las urnas al presidente Nayib Bukele para un segundo mandato, precisamente porque ha demostrado que es efectivo para resolver los grandes problemas del país. Los políticos tradicionales de ARENA-FMLN prometieron por décadas combatir la inseguridad y mejorar la economía, pero lo cierto es que llevaron a la nación a sus momentos más oscuros tanto por la inseguridad galopante debido a su entreguismo al crimen organizado (con el que pactaron el respaldo de las pandillas en las elecciones) como por la corrupción descarada que desvió fondos públicos hacia las cuentas bancarias de dirigentes sin moral.
El presidente Bukele, en cambio, combatió a las maras y la corrupción desde el momento en que juró como gobernante. Despidió a los activistas políticos que estaban enquistados en el Gobierno (tras 30 años de cogobierno entre ARENA y el FMLN) y desplegó a la Policía Nacional Civil y a la Fuerza Armada para que realmente combatieran a las pandillas.
Nunca en la historia de El Salvador se habían vivido tiempos de paz tan extensos y solo ha sido posible porque hubo decisión política y valentía para enfrentarse a las mafias tanto en las calles como en los sitios de poder donde se tomaban decisiones. Al depurar el Órgano Judicial y la Fiscalía General de la República se desmontó todo el andamiaje que protegía a los pandilleros. A pesar de los esfuerzos de las fuerzas de seguridad pública, los jueces del anterior sistema no tenían ningún reparo en liberar a criminales, se escudaban en subterfugios legales para después torcer la ley.
Decenas de miles de pandilleros y colaboradores de las maras han sido enviados a prisión. Muchos de ellos están en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot, la cárcel de máxima seguridad más grande de Latinoamérica), lugar del cual no saldrán algunos por el resto de sus vidas.
Todo esto ha sido posible gracias a la intervención decidida y valiente del presidente Bukele. Los salvadoreños reconocieron a un líder y por eso votaron por segunda vez por él.
Los hermanos latinoamericanos también ansían tener a un gobernante como él y cada vez es más palpable el apoyo al presidente en naciones tan lejanas como Chile, en donde el presidente Bukele es el mandatario latinoamericano más popular.
Ahora que la seguridad se afianza como algo cotidiano, los ciudadanos también se disponen a trabajar para conquistar nuevos retos, como la mejora en la economía y el desarrollo nacional.