El primer recuerdo que tiene Rosa María Calderón con el padre Cosme es cuando ella iba a la iglesia siendo una niña. Acompañaba a su madre a rezar el rosario, y el padre Cosme, caminaba en el centro de la iglesia con los niños, mientras oraban. «Yo admiraba la altura del padre, y él siempre nos trataba con sencillez a los niños», recuerda María.
A medida pasaron los años, ella se integró en actividades de la iglesia, pero su vinculo más cercano con Spessotto fue cuando ella se iba a casar, pues el padre fue su principal guía espiritual y le explicó la importancia del sacramento. Sin embargo, unos años después, serían testigos su martirio.
«Yo tenía 28 años cuando lo mataron. Recuerdo que eran pasadas las 6 de la tarde, y estábamos dándole cena a los niños y escuchamos el disparo. Llegó una vecina y me dice “Rosa María, mataron al padre Cosme”. Yo no entendía por qué lo mataron, él no les había hecho nada. Mi esposo se fue a la iglesia a ver si era cierto, y cuando regresó me confirmó que lo habían matado, quedó tendido por la sacristía», recordó Calderón.
Sin embargo, a pesar del sufrimiento de aquella noche, ella tiene certeza de que el padre les ha ayudado de forma espiritual, ya que tiene una hija que, con hipotiroidismo congénito desde los dos años, a quien Cosme logró conocer antes de su muerte. La niña tenía una esperanza de vida prolongada, sin embargo, actualmente tiene 41 años y desarrolla diferentes actividades, como deportes. «Para nosotros, nuestra hija es un milagro que tenemos de parte del padre Cosme. Ella busca ir a la misa, a las reuniones que vamos nosotros de los encuentros conyugales, y disfruta las actividades religiosas», destacó Rosa.
Para Calderón, la principal enseñanza que les dejó el padre fue el respeto y fervor a la iglesia, así como la humildad y el servicio incondicional hacia los demás. «Pienso que tuvimos bien cerca a un santo, y como que no lo entendíamos. Yo de niña admiraba su altura, su manera de rezar y orar, ahora lo mantenemos vivo en nuestra memoria. Antes de ser beato, ya lo teníamos en altares», apuntó.