Jacobo García publicó un artículo en el periódico español «El País», el 20 de febrero, sobre las maras en El Salvador. Este es un claro ejemplo de la irresponsabilidad periodística y falta de ética profesional, que va en contra del código deontológico del periodista. García escribió un artículo a la distancia sin tomarse la molestia, tal y como lo establecen los elementos básicos de la investigación periodística, de recolectar distintas fuentes, por ejemplo, entrevistas, historias de vida, grupos focales, informes de organismos internacionales, artículos de investigación científica, reportajes de otros periodistas, visita «in situ», etcétera.
García aparentemente consultó las fuentes de los medios de comunicación, ONG, fundaciones, universidades jesuitas, financiados por George Soros a través de estructuras intermedias que crea la Open Society Foundations en Latinoamérica y el Caribe que, por cierto, además de que está en contra del Gobierno y del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, apoya la agenda LGBT (lesbianas, gais, bisexuales y trans), el aborto, globalista, promueve candidaturas presidenciales, el control de la información, etcétera.
Es lógico que los empleados de Soros estén en contra de El Salvador porque en este país centroamericano, que emerge entre las ruinas en las que lo dejaron los partidos políticos que lo gobernaron, se está en contra del aborto; es más, el año pasado se aprobó la ley Nacer con Cariño con el propósito, entre otros, de disminuir la morbilidad y mortalidad infantil; se promueve, a través del currículo del sistema educativo nacional a la familia, como núcleo celular fundamental de la sociedad. Todas las políticas públicas y gobernanzas promulgadas por el Gobierno salvadoreño son antineoliberales, porque tienen como objetivo fundamental al ciudadano y no como los comunistas, al proletariado, o como los derechistas, a la oligarquía. Este país centroamericano es respetuoso de la libertad de expresión, no hay ningún periodista encarcelado, torturado, asesinado o perseguido, incluidos los que trabajan en los medios de comunicación financiados por Soros.
Jacobo García difunde por medio del periódico «El País» una serie de afirmaciones inexactas sobre la realidad salvadoreña. Este medio tiene una circulación digital internacional apreciable; para los ciudadanos salvadoreños que leyeron este artículo es posible que se preguntaran de cuál El Salvador es al que se refiere García, porque aquí no es. Este tipo de periodismo no tiene ningún impacto para los nacionales, puesto que ellos viven a diario la realidad nacional; no obstante, para los lectores de otros países del mundo que desconocen el nuevo El Salvador es posible que le crean o pongan en duda las aseveraciones de García sobre este país centroamericano.
García prácticamente describe un Estado dictatorial a la usanza de las dictaduras militares de Latinoamérica, llegó al absurdo de afirmar que se detiene a los que «tenían algún tatuaje» y, por último, «a cualquiera que estaba en la calle después de las 10 de la noche».
Es precisamente hoy, después de 200 años de independencia que por primera vez se respeta y se hacen respetar los derechos humanos de los salvadoreños.